Alerta por precios de alimentos se instala en el sector privado: “Este episodio es de marca mayor (...)”

Alerta por precios de alimentos se instala en el sector privado: “Este episodio es de marca mayor (...)”

A mediados de los 70 hubo una situación similar de subida de precios agrícolas, lo que desembocó en una crisis de proporciones y en la 'década perdida' de América Latina.

El economista Jorge Quiroz advierte que por las singularidades de la inflación de los alimentos, 'es muy probable que el Banco Central se empiece a equivocar en sus predicciones alegres de cuándo termina la inflación', y plantea que el Gobierno debiera evitar 'hacer tonteras', y sí considerar un sistema de vouchers o bonos para los sectores más vulnerables.

Los grandes proveedores plantean que más del 70% de esta nueva inflación en alimentos se debe a factores externos, y productores agrícolas no ven desabastecimiento, pero tampoco condiciones para aumentar la producción nacional. Costos de fertilizantes, la violencia en La Araucanía y hasta el borrador de Constitución aparecen como trabas.

 

El precedente de mediados de los 70 que desembocó en la 'década perdida': En el pasado reciente, ha habido dos períodos de alzas similares de precios de alimentos. Uno, a mediados de la década de los 70 (74-75), una subida muy abrupta de todos los bienes agrícolas, por fenómenos como demanda agregada en Estados Unidos, en el contexto de la guerra de Vietnam, con déficit en cuenta corriente en ese país, con alzas de la OPEP en petróleo, y un momento de bajos inventarios de reservas estratégicas, todo lo cual terminó en un ajuste de la Fed, capitaneada en ese entonces por Paul Volcker. Fue la época conocida como la Gran Inflación, que terminó con alza de tasas de dos dígitos en Estados Unidos, una recesión de proporciones y, para América Latina, con la gran crisis de inicios de los 80: devaluación, deuda, y la famosa 'década perdida', que en Chile se tradujo en la crisis del 82.

Un segundo episodio ocurrió el 2008, previo a la crisis subprime, que se produjo por la emergencia de China, que empezó a presionar los mercados mundiales desde 2005 en adelante, demandando materias primas, lo que coincidió con iniciativas en el mundo de biofuel, de producir combustibles a partir de productos agrícolas (maíz y caña). De hecho, la crisis subprime (las hipotecas de Estados Unidos) significó un intermedio de aquella alza de commodities, hasta el 2011, cuando se reanudaron dichas alzas.

'El tercer episodio es el que estamos viendo hoy día. Este episodio es de marca mayor, grande, guarda relación con el de mediados de los 70', resume el economista Jorge Quiroz, doctor en Economía de la U. de Duke. Explica que acá están confluyendo el aumento de la demanda agregada con motivo de las políticas surgidas para contrarrestar la pandemia, con déficits fiscales del mundo entero y a lo que se suma la guerra de Ucrania, uno de los mayores productores de trigo, junto con Rusia, y de aceite de maravilla. 'La situación es muy preocupante y es comparable a episodios de hace 50 años', expone.

'Yo no sé si este proceso es equivalente a lo que ocurrió en los años 70, porque ahí había desviaciones fiscales mucho más fuertes. Hoy hay más conciencia de la política monetaria y de la importancia de tener cuentas fiscales más ordenadas. En esta oportunidad todos los bancos centrales están tomando acciones y tratando de que este proceso sea corto, y que el 2023 las tasas de interés empiecen a caer. Podemos llegar a niveles inflacionarios globales como los que se vieron en los 70, pero con un contexto completamente distinto y con una duración mucho menor', dice el economista Patricio Rojas.

'En Chile un alza así yo no he visto en los últimos 20 años, tan generalizada y tan fuerte en alimentos básicos. Y está pasando a nivel global, en todos los países donde Walmart tiene operación, es bastante generalizado', explica Alejandro König, gerente comercial de Walmart Chile.

'Nunca en mis 35 años en la industria, había tenido esta experiencia con esta altísima inflación', dice Marcelo Gálvez, gerente general de SMU, quien —cuenta— viene llegando de Ámsterdam, de una feria europea de grandes fabricantes de marcas propias, evento en el que participan todos los países del Viejo Mundo, 50 mil expositores, hasta de Kosovo, y el tema común es la inflación. 'Y no pueden asegurar condiciones', alerta.

Suben todos los alimentos y su efecto es persistente: Los commodities agrícolas cuando suben, lo hacen todos juntos, con efecto expansivo, porque unos son sustitutos de otros (carne de pollo, de vacuno, etc.), o porque unos son insumos de otros (los fertilizantes respecto de los granos). Y, además, con la singularidad —expone Quiroz— de que su oferta solo se puede expandir dos veces en el año, con los ciclos de las cosechas en cada hemisferio (distinto a los procesos industriales).

Además, 'cuando los precios de los bienes agrícolas suben mucho, los gobiernos reaccionan en todo el mundo, porque generan convulsiones sociales. Y cuando reaccionan, exacerban el alza', agrega, al acumular inventario y limitar la exportación de sus productos, como India, que ya anunció limitaciones de oferta de trigo. 'Eso va a empezar a pasar con muchos países exportadores de alimentos. Pasa lo contrario de lo que ocurre en otros bienes, que si suben los precios internacionales, esos países productores producen más. Esa espiral, que solo es propia de los bienes agrícolas, es la que hace que estos fenómenos no solo contribuyan a aumentar la inflación, sino que a hacerla más persistente, porque demora más el ajuste. Las políticas monetarias para contrarrestar estas alzas generales terminan siendo mucho más drásticas y las pérdidas de Producto mucho más graves', advierte Quiroz.

70% de la nueva inflación de alimentos es por precio internacional y dólar: En AB Chile, el gremio que reúne a grandes firmas proveedoras, son categóricos: 'Más del 70% de esta nueva inflación en alimentos se debe a factores externos', dice el presidente de la entidad, Gonzalo Uriarte. Patricio Rojas, quien asesora al gremio, saca el siguiente cálculo: de los 76 productos de alimentos contenidos en el IPC, todos son transables, y el aumento de precios se debe en 40% al alza en los precios internacionales, y otro 25 a 30% es por tipo de cambio, alza del dólar (y en el otro 30% hay factores internos, como precios de energía, salarios, y demanda, que ahora va en retirada). Hace ver que los márgenes han caído, es decir, 'los aumentos de costos no se han traspasado en su totalidad a precio'.

Para graficar el problema, Marcelo Gálvez expone datos duros. Dice que ellos manejan internamente un 'índice de compra', y en abril este alcanzó un alza del 14%, una cifra totalmente fuera de rango, porque lo normal es que esté en el 3 a 4%, lo que da cuenta de que los distribuidores lo que han hecho es traspasar las alzas de costos de los fabricantes. Explica que los problemas logísticos y de transporte no se han solucionado —un contenedor que antes costaba US$ 1.500 ahora está en US$ 10 mil—, y que además el 'nivel de abastecimiento', esto es, lo que despachan los proveedores del total pedido comprado por la cadena, está bajo el 70%. O sea, de 100 cajas que pidan de un producto, llegan 70, y antes eran 90. 'La cadena mundial sigue súper inestable', refrenda, haciendo ver que han tenido que tomar medidas: adicionar más bodegas para intentar tomar posiciones y más volumen, y buscar nuevas fuentes de abastecimiento, pasando de China y Asia a buscar alternativas cercanas, en Ecuador, México, Perú, España y Brasil. 'Están todos en eso', dice.

De cara al consumidor, en Unimarc están fortaleciendo las promociones (más del 40% de las ventas), y además una canasta básica de 150 productos que lanzarán. Y se apoyan mucho en la venta de marcas propias, que están creciendo 117%, explica.

La supermercadista Walmart Chile hace una semana lanzó una campaña 'Precios que No se Tocan', un programa al 30 de septiembre de no subir los precios de una canasta básica de unos 50 productos, en su gran mayoría marcas propias, medida análoga a la que ya ha tomado la supermercadista en otros mercados como Canadá y México.

Fuentes al tanto explican que el día anterior a lanzar la campaña la firma se comunicó con el Gobierno para explicar lo que haría, enviando cartas a los ministerios de Economía y MDS —también hubo reuniones—, y se contactaron con municipios, haciendo ver que hay un riesgo que están tomando, porque si en estos cuatro meses, a septiembre, continúa el aumento de precios, tendrán que asumir esa alza de costos, porque la medida no está encadenada a un acuerdo con sus proveedores, aunque sí se les incrementa la venta, en torno al 20% en volumen, de algunas categorías involucradas (harina, aceites, leche).

'Nos gustaría que proveedores se pudieran sumar y hacer algo más extenso, para ampliar tanto en surtido como en tiempo', dice Alejandro König, de Walmart Chile.

 

El Banco Central (BC) podría equivocarse en su predicción de cuándo la inflación retornará a la meta: Con todas esas singularidades de la inflación de los alimentos, Jorge Quiroz prevé: 'Es muy probable que el Banco Central se empiece a equivocar en sus predicciones alegres de cuándo termina la inflación. Cuando hay una crisis alimentaria, hay un componente del IPC que va a ser muy porfiado de bajar o incluso podría seguir subiendo, independientemente de lo que haga el BC. Entonces la predicción completa de inflación del BC empieza a quedar ‘detrás de la curva'. Y podemos estar siendo más optimistas de la cuenta en nuestra capacidad de volver a poner la inflación bajo control en los siguientes 24 meses. Eso significa que le va a costar subir más la tasa de lo que pensaba probablemente, y que el costo en la actividad económica va a ser más alto de lo que todo el mundo se imagina. Si más países empiezan a restringir sus exportaciones, los precios pueden subir más todavía. El BC tiene que tener conciencia de que lograr la meta va a tener un costo en actividad económica mucho mayor de lo que piensa. El BC va a tener un dilema muy complicado', añade Quiroz.

'No hacer tonteras': ¿Qué puede hacer el Gobierno? 'Lo primero es no hacer tonteras', alerta Quiroz, aludiendo a medidas como reunirse con la FAO para ver cómo aumentar la producción de alimentos en Chile —'la seguridad alimentaria no tiene ningún sentido ni ayuda en nada a mitigar', expone, porque no es inmediato y porque los insumos (tractores, fertilizantes, etc.) igual hay que importarlos—; no intentar hacer distribución estatal o municipal de alimentos o gas licuado, cuando supermercados y otras empresas ya tienen un sistema eficiente de distribución y última milla, desarrollado por décadas.

Y sí apunta a un sistema de vouchers o bonos —subsidio a la demanda, a las personas— dirigidos a los sectores más vulnerables para comprar una canasta familiar de productos básicos. 'En este minuto la focalización es clave', aprovechando la red de información que ya hay con la ficha de protección social. Quiroz enfatiza en que esta es una crisis que se puede mitigar con buenas políticas públicas, porque este no es un problema tan dramático de volumen de alimento faltante, sino de su precio, por lo que se puede apuntalar el ingreso para los vulnerables.

'La presión política va a estar dada por fijar precios, los esenciales, pan, y otros bienes de primera necesidad', alerta Bettina Horst, directora ejecutiva de LyD, lo que, a su juicio, terminaría empeorando la situación, pues ello solo lleva a menos producción, desabastecimiento y más alza de precios, con mercado negro.

Algo de esa presión ya se percibe, cree, con el congelamiento del transporte público o las cuentas de la luz. Su punto es que efectivamente hay que tomar medidas para los hogares, pero focalizadas, porque hay quienes hoy necesitan menos ese apoyo. 'Transferencias corrientes, apoyos más dirigidos' para el corto plazo, y tomar en cuenta medidas de más largo plazo, como mejorar el empleo formal, plantea Horst.

'Si nos pusiéramos de acuerdo en cosas que nos tienen tan desunidos —delincuencia, terrorismo, ideas refundacionales—, y llegásemos a acuerdos moderados, el dólar bajaría a $700 y ahí tiene inmediatamente ‘un dividendo' que ayudaría a bajar los costos internacionales', agrega Quiroz.

Patricio Rojas no se cierra a que haya algún bono, 'como paliativo de cortísimo plazo', pero cree que lo más relevante es el empleo (ingresos laborales) y un programa de reactivación. Gonzalo Uriarte expone que están participando en mesas y comités con el Gobierno, hace unos 15 días, 'para buscar soluciones'. Rojas apunta a que mayores certezas que hicieran que el tipo de cambio bajara ayudarían.

Inflación alta será un problema político de cara al plebiscito: Bettina Horst apunta a que este es un tema con repercusiones políticas. 'Cuando se proyecta que para las próximas semanas se instala una inflación más alta, y vamos a tener un plebiscito el 4 de septiembre, uno anticipa que para el Gobierno no va a ser solo un problema económico, sino político, sobre todo en un país como el nuestro, que estaba acostumbrado a no tener inflación. Siempre hay riesgo de populismo cuando estamos frente a una elección políticamente relevante como la del plebiscito', advierte.

Confiar menos en el mercado internacional: 'En este punto tiendo a ser un poco menos ortodoxo. Creo que el mundo está muy cambiante, hay mucha volatilidad, vamos a ver más catástrofes climáticas de las que estamos acostumbrados y hay una especie de retroceso en la globalización. Por tanto, vamos a poder confiar menos en que en el mercado internacional vamos a encontrar lo que necesitamos. No es mala idea tener mayores niveles de resiliencia', dice Jorge Quiroz, apuntando también a contar con instrumentos financieros que den coberturas (call options, seguros).

Productores chilenos de alimentos complicados con costos de fertilizantes: Trigueros, lecheros y productores bovinos chilenos acusan similar fenómeno: los precios de sus productos han subido, pero aún más lo han hecho los fertilizantes, indispensables para su actividad. Un dato: la urea saltó de valores de $300 mil la tonelada en marzo de 2021 a $1 millón en la actualidad, un incremento de tres veces, expone Andreas Köbrich, secretario ejecutivo de la Sociedad de Fomento Agrícola de Temuco, Sofo.

Plantea que, en el mundo del trigo, factores como este y el hecho de que sea justamente La Araucanía la que genera la mitad de la producción nacional de trigo hacen que no estén las condiciones para aumentar la producción nacional. 'Hoy no hay motivación suficiente para que el agricultor haga su máximo esfuerzo, por la violencia y la incertidumbre', expone.

En grandes números, en la actualidad la producción nacional total de trigo alcanza a abastecer la mitad de la demanda nacional y la otra mitad es importada, preferentemente de Argentina, Canadá y Estados Unidos. Si el país demanda unos 2,2 millones de toneladas, la producción nacional llega a 1,3 millones. Y en uno y otro caso los valores del trigo se dispararon en pocas semanas: un quintal producido en Chile de cosecha de febrero que costaba $32 mil, hoy vale $43 mil; y el traído de Estados Unidos o Canadá, saltó de $39 mil a $48 mil. 'Problemas de desabastecimiento no debiera haber', afirma Köbrich, porque Chile dispone de divisas, de TLC y estamos al lado de Argentina, que es un gran productor, pero el problema son los precios, los fletes navieros y el colapso en los puertos, indica.

En el mundo lechero, las cifras de Fedeleche hablan de una producción de 2.600 millones de litros al año, con una balanza equilibrada, pues se importa en torno al 30% del valor, pero se exporta la misma cantidad de leche. 'Somos capaces como país de producir el doble de cantidad de leche, de autoabastecernos', expone Marcos Winkler, presidente de Fedeleche, sin prescindir eso sí de las exportaciones e importaciones. Por lo mismo, se distancia de medidas como la soberanía alimentaria.

'Tenemos muchos problemas con el borrador de la nueva Constitución, no nos preguntaron nada. Así como está el borrador, no tiene certezas para la producción de alimentos del país. Lo más probable es que disminuya la producción de todos los alimentos, y va a producir hambre. Hay muchos aspectos dentro de este borrador que harían inviable la producción de comida en el país', indica, aludiendo a elementos como el tratamiento del agua, la tierra, fertilizantes, etc.

Explica que ya la producción de leche va a la baja —en 2021 cayó en 4,2% y este 2022 ya lleva 3% de descenso acumulado—, por costos en combustibles, insumos y fertilizantes.

Ignacio Besoain, presidente de Fedecarne —que agrupa a productores de carne de bovino—, indica que del consumo y demanda nacional el 70% es importado, preferentemente venido de Brasil, Paraguay y algo de Argentina, con precios al alza. Sitúa el peak en agosto-septiembre pasado, que se reflejó en precios que saltaron de valores históricos que estaban en $1.200 a $1.300 por kilo de ganado en pie o vivo, a $2.300 el kilo, en cifras promedio general, impulsados por la apertura pospandemia de hoteles y restaurantes, que hizo saltar la demanda en el mundo.

Del 30% que es demanda servida por producción interna, dice, si bien ha visto esa alza de precios, este 2022 ella ha estado golpeada por incrementos de costos de 40% a 45%, debido a aumentos de fertilizantes y fletes. 'O sea, a pesar de que tenemos buenos precios de venta, tenemos costos más altos también', indica, viendo además que las curvas de precio se han aplanado, es decir, ya no varían entre invierno y verano, período este último en que históricamente bajaba el precio al haber más pasto y, por tanto, más oferta.

Y esto en un contexto en el que la masa ganadera ha ido decreciendo en los últimos años por falta de rentabilidad, en torno a 40% entre 2007 y 2021 en cabezas de ganado, las que pasaron de 4,5 millones a 2,8 millones. 'Está dentro de nuestro objetivo ver cómo podemos tener políticas públicas que nos permitan retomar la senda de aumento de ganado, por lo menos para llegar a satisfacer el 40% del mercado. Y el reconocimiento de la ‘marca país' es un aliciente', dice.

- The Conference Board: Inflación salta del lugar 25 al primer lugar entre CEO chilenos

Instalada como una problemática de primer orden, la inflación también emergió como la principal preocupación entre los CEO chilenos. Y de eso da cuenta una investigación que acaba de publicar The Conference Board, un centenario centro de pensamiento de Estados Unidos —fundado en 1916— y que periódicamente entrevista a máximos ejecutivos de compañías en varias naciones del mundo para identificar tendencias o problemas en el ámbito corporativo. Desde que en 2019 Icare firmó un acuerdo con este think tank, también CEO chilenos son parte de esta medición, 104 fueron encuestados en esta oportunidad, y en este inédito informe que acaba de ser publicado —con registros tomados entre octubre y noviembre, esto es, antes de la guerra en Ucrania— se refleja que entre los CEO chilenos, el alza de precios se situó como la preocupación más importante, en la misma primera posición que el sondeo hecho entre CEO de Argentina y de Europa.

Es más, la inflación saltó a ser considerada la amenaza externa número uno para las empresas, desde el puesto 25 en la encuesta de hace un año.

En el detalle, el 74% espera que las presiones de aumento de precios duren hasta mediados del 2023 o más allá. Y como causas de las alzas de precios, en primer lugar aparecen los cuellos de botella en la cadena de suministros, escasez de mano de obra (en segundo lugar) y la falta de suministro de insumos (en tercer lugar). Y solo el 43% cree que su organización está 'bien preparada' para una crisis relacionada con la inflación.

En SMU dicen que la cadena mundial sigue muy inestable, y con niveles de abastecimiento al 70%.

Azucena González

Fuente: Economía y Negocios Domingo