Más de 70 personas llegaron hasta el día de campo “Siembra de otoño de alfalfas de secano”, en Portezuelo, región de Ñuble −actividad que se enmarca en el proyecto ejecutado desde INIA La Cruz e impulsado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA)− para obtener nuevas variedades de alfalfa tolerante al estrés hídrico, para la adaptación de los sistemas ganaderos al cambio climático.
El objetivo fue conocer en terreno el cultivo de alfalfa en zonas con escasez hídrica, como una opción forrajera para el secano costero e interior.
La actividad se realizó en el campo del productor Juan Acuña, específicamente en el sector de Liucura, donde asistieron productores, equipos técnicos de los Prodesales, encargados del programa de fomento SIRSD-S, además del alcalde de la comuna Portezuelo, René Schuffeneger Salas.
La siembra de la unidad demostrativa de alfalfa se realizó en mayo y durante los próximos meses se realizan las labores de manejo recomendadas para este tipo de suelo: fertilización adecuada, entre otras.
No es una siembra experimental, es a escala real, lo que va a permitir hacer la proyección de lo que va a ocurrir cuando el INIA tenga las variedades de alfalfa mejoradas que actualmente se está estudiando. En Portezuelo además se evalúan ocho líneas genéticas, estudio necesario antes de realizar la liberación de una o más variedades como las más promisorias.
Soledad Espinoza, ingeniero agrónomo Dr. de INIA Cauquenes, directora del proyecto asegura que “esta es una de las propuestas tecnológicas más importantes que realiza el INIA en el Secano Mediterráneo, donde lo transcendental es que los productores vean que la alfalfa es un recurso forrajero factible de establecer bajo las condiciones del agricultor y capaz de desafiar los suelos graníticos del secano mediterráneo de la Región del Ñuble”.
Una alfalfa en secano, destaca el ingeniero agrónomo Dr. Luis Inostroza de INIA Quilamapu, no va a producir 20 toneladas de materia seca. “Estamos en presencia de un suelo granítico típico de textura franco areno arcillosa, ligeramente ácido, susceptible a la erosión y con deficiencias de materia orgánica, macroelementos y algunos microelementos”.
Para el encargado regional de FIA en Ñuble, Gonzalo Rueda, la ejecución de esta iniciativa en el territorio “está permitiendo desarrollar innovaciones que están contribuyendo a la adaptación y mitigación del cambio climático, en este caso puntual la disminución de las precipitaciones amenaza todo el sistema de producción y la capacidad de producir forrajes para satisfacer la demanda de ganado, por lo que el trabajo que está llevando a cabo INIA, es de suma importancia para fortalecer el sector”.
Cultivo con potencial
Durante la jornada, a través de diferentes estaciones técnicas, se explicó el rol de la pradera en los sistemas productivos de secano, a cargo del ingeniero agrónomo Carlos Ruiz. También se mostró una calicata, donde los asistentes conocieron la naturaleza del perfil de suelo y las consideraciones técnicas necesarias para una adecuada preparación de suelo. Adicionalmente se discutieron conceptos de rotación de cultivos, selección de cultivares, fertilización al establecimiento y estrategias de siembra.
Los productos revisaron in situ las maquinarias utilizadas para la preparación de suelo y siembra y una pradera de alfalfa de 1 hectárea con 15 días de emergencia. La apuesta es establecer cultivos más rentables y que la alfalfa pueda expresar su potencial en esta siembra de otoño en el secano.
La siembra en este predio fue realizada con una variedad Baldrich, empresa que ha estado apoyando los estudios que viene realizando INIA en relación a este cultivo. Es una variedad de alto rendimiento hecha para condiciones de riego. Pero, al tratarse de una alfalfa, igualmente mantiene un grado de tolerancia a la sequía. “Obviamente no va a tener el mismo comportamiento”, precisa el Dr. Luis Inostroza, investigador en mejoramiento genético de INIA Quilamapu. “Hay que dejar en claro que no es lo mismo una alfalfa cultivada en condiciones de secano que una alfalfa cultivada en condiciones de riego. No es fácil generar un cambio en la percepción del agricultor que habita en el Secano Mediterráneo de la Región del Ñuble hacia el cultivo de la alfalfa, un territorio donde los períodos de sequía son prolongados, duran entre 6 y 7 meses (desde noviembre hasta mayo)”, agregó.
Por esto, precisó, “buscamos impulsar un cambio tecnológico, donde los Operadores del SIRSD-S de INDAP puedan proponer siembras de alfalfa en condiciones de secano como parte de un plan de manejo”. Esta situación, asegura el experto, “nos plantea el desafío de introducir el concepto de alfalfa de secano hacia quienes llevan a cabo los programas de recuperación de suelos y de praderas”. Para esto, agregó, “disponemos más de 10 de años de trabajo que nos permiten afirmar y recomendar, que sí se puede establecer alfalfa en condiciones de secano”.
INIA posee un acuerdo de colaboración con la Municipalidad de Portezuelo para implementar a escala real las labores de manejo de una siembra de alfalfa. Además, en el marco de esta misma alianza se busca mecanizar las siembras de praderas, para esto el instituto puso a disposición de la comunidad una sembradora.
El valor pastoril de la alfalfa, dice la ingeniero agrónomo Viviana Barahona, encargada de Extensión del programa Alfalfas de Secano, es una de las principales demandas de los agricultores ganaderos de este territorio, quienes con el establecimiento de esta especie podrán disponer de un forraje de alta calidad para alimentar su ganado. “Como INIA creemos que el mejoramiento de los sistemas debe incluir estrategias como establecimiento de forrajeras permanentes”.
Además de Portezuelo, las ocho líneas genéticas están siendo evaluadas en la Estación Experimental Hidango (Región de O`Higgins), Cauquenes (Región del Maule), Santa Rosa en Chillán (Región del Ñuble), Portezuelo (Región del Ñuble), Estación Experimental El Carmen en la Precordillera (región del Ñuble) y en INIA Carillanca (Región de La Araucanía).
El equipo técnico lo conforman la doctora Soledad Espinoza, directora del proyecto y lo integran los profesionales Dr. Luis Inostroza, Viviana Barahona, Macarena Gerding (Universidad de Concepción), Dr. Alejandro del Pozo (Universidad de Talca), Dr. Carlos Ovalle (asesor externo); y, los técnicos César Sánchez y Silvia Amigo.
Datos interesantes de la Región del Ñuble
En la región del Ñuble se distinguen tres grandes territorios de desarrollo con actividad agropecuaria importante: el Territorio Secano Mediterráneo (formado por los secanos costero e interior), el Valle Central de Riego o Depresión Intermedia: y, la Precordillera Andina.
El Secano Mediterráneo, formado por los secanos costero e interior, lo conforman, además de Portezuelo, las comunas de Cobquecura, Quirihue, Ninhue, Trehuaco, Coelemu, y Ránquil y se caracterizan por presentar un bajo potencial productivo por parte de los agricultores, dadas las condiciones edafoclimáticas imperantes.
La Región de Ñuble posee una fuerte impronta campesina, posee un 30,8% de ruralidad, el nivel más alto en el contexto nacional, marcado por una orientación productiva altamente dependiente de la agricultura, el principal sustento económico de los habitantes.
En este territorio habitan 480 mil 609 con una gran diversidad de actividad silvoagropecuaria, situación poco común respecto al resto del país. Por ende es una región que presenta diversidad de suelos según origen, aptitud y capacidad de uso donde conviven vides, bosques, hortalizas y praderas de alfalfa.
La mayor parte está ocupada por pradera natural (45 mil hectáreas), plantaciones forestales (37 mil ha), cultivos anuales y permanentes (13 mil 573 ha), además de 10 mil 500 ha de barbechos para cultivos anuales.
Portezuelo es una de las comunas más pobres de la región, la agricultura sobrevive de una forma marginal, hay un componente importante que es la vitivinicultura con viñas ancestrales de 400 años, explotación forestal y la ganadería que ha estado siempre presente de manera muy marginal, con praderas de baja calidad.
Acerca de INIA
El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación, desarrollo e innovación agroalimentaria de Chile. Vinculada al Ministerio de Agricultura, cuenta con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas. Ejecuta al año un promedio de 400 proyectos en torno a 5 áreas estratégicas: Cambio Climático, Sustentabilidad, Alimentos del Futuro, Tecnologías Emergentes, y Extensión y Formación de Capacidades. Estas iniciativas contribuyen al desarrollo agroalimentario sostenible del país, creando valor y proponiendo soluciones innovadoras a los agricultores, socios estratégicos y la sociedad, generando una rentabilidad social que varía entre 15% y 25%, por cada peso invertido en cada uno de sus proyectos.
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