El origen de la agricultura se encuentra en la necesidad de producir alimentos de forma estable para una comunidad. Inicialmente, este desarrollo se basó en métodos empíricos, pero la revolución industrial introdujo el método científico, dando lugar al modelo de producción agrícola, creado para resolver el hambre global.
Aunque se creyó que este modelo sería la solución definitiva, con el tiempo emergieron serias falencias. Hoy, los agricultores deben usar más recursos para obtener la misma o menor cantidad de productos cada año, disminuyendo notablemente la productividad y, por consiguiente, su rendimiento.
Aquí es donde la agricultura regenerativa ofrece una esperanza renovada. Este modelo ha demostrado científicamente su capacidad para capturar CO2 atmosférico en el suelo y promover biomoléculas esenciales para la salud humana.
La agricultura integra la experiencia práctica en campos productivos con tecnologías científicas avanzadas, generando nuevos conocimientos. Para los agricultores, representa una herramienta para regenerar suelos y aumentar la productividad con menores costos. Para los consumidores, ofrece productos más saludables para sus familias. Y para las universidades, proporciona experiencia práctica crucial para formar profesionales agrícolas.
Actualmente, esta tecnología cuenta con una certificación en agricultura regenerativa por Aenor. Algunas cadenas de supermercados ya están implementando este modelo y los productores que lo han adoptado están obteniendo resultados positivos: mayores rendimientos a menores costos. Lo que antes parecía imposible, hoy es una realidad.
La agricultura regenerativa no solo promete un futuro más sostenible, sino también un presente más eficiente y saludable. Es hora de que agricultores, consumidores y académicos adopten este cambio para el bienestar de todos.
SAndra Zolezzi Sánchez Ingeniera Agrónoma, Consultora Sénior
Fuente: El Mercurio - Revista del Campo