De acuerdo al informe de Clal.it , traducido por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), la leche es el oro blanco de Nueva Zelanda y representa hasta el 30% del valor de las exportaciones. Si le sumas la oveja, la carne, la madera, el pescado, el kiwi y el vino, se llega a poco más del 80%, lo que da una buena idea de lo estratégico que es el sector primario.
El resto de las exportaciones están dados por el aluminio y alguna maquinaria, pero para estos bienes manufacturados la contribución neta a la balanza comercial es muy inferior a los ingresos por exportaciones agrícolas y pesqueras, dadas las importaciones necesarias para producirlas. El capital derivado del turismo a Nueva Zelanda también contribuye a la balanza comercial, pero estos ingresos están más que equilibrados por las salidas de divisas de los locales que van al extranjero por turismo, por los intereses pagados a los prestamistas extranjeros, por las ganancias de las operaciones de propiedad extranjera. en Nueva Zelanda, entre los que se destacan los bancos y las instituciones de seguros.
El futuro de Nueva Zelanda depende de las exportaciones de productos ganaderos
Por lo tanto, el futuro de Nueva Zelanda depende de manera crucial de las exportaciones agrícolas, principalmente de productos pecuarios. Sin embargo, no es casualidad que Nueva Zelanda dependa tanto de sus actividades primarias, la agricultura y la pesca. Siendo un país pequeño, aislado y con una población limitada, nunca tendrá el tamaño necesario para construir una ventaja competitiva en la producción industrial a gran escala. Además, el clima templado, la topografía y la baja fertilidad inherente de casi todos los suelos de Nueva Zelanda conducen inevitablemente a la agricultura extensiva en lugar de la agricultura intensiva. De hecho, las exportaciones de cultivos básicos como trigo, cebada, avena y maíz son insignificantes, mientras que ni siquiera se cultiva arroz y soja. En cuanto a la fruticultura, además de los kiwis que son el producto estrella, solo se exportan manzanas y algunas frutas subtropicales.
Está abierto el debate entre los economistas para trasladar recursos a otros sectores
Con las necesidades ambientales y geopolíticas, se ha abierto un debate en el país entre los economistas sobre la perspectiva de trasladar los recursos destinados al sector lácteo a otros sectores. Algunos creen que las actividades primarias, la ganadería y la agricultura, representan una pequeña parte del PIB, olvidando, sin embargo, tener en cuenta el valor agrícola extra que se genera, incluso en el sector servicios. Otro argumento de crítica al sector lácteo es que el consumo de leche a nivel mundial estaría en declive, pero esto también es una tergiversación de la realidad, dado que el consumo de leche fresca está disminuyendo, pero no el consumo total de lácteos. Más bien, sería necesario que se considere si aún será conveniente seguir enfocándose en las exportaciones de productos lácteos, básicamente leches en polvo en lugar de productos de valor agregado, como los quesos.
Luego están los desafíos ambientales, en primer lugar. la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (como el metano derivado de las actividades del rumen). Hay una meta establecida por ley para 2030 de reducir el metano en un 10 % con respecto a los niveles de 2017 y entre un 24 % y un 47 % para 2050, pero el problema es que actualmente no hay tecnologías disponibles para hacerlo, a menos que se implemente una gran reducción de todos los rumiantes de cría, sean vacas u ovejas.
Desafío: el impacto en la calidad del agua
El segundo desafío que enfrenta el sector lácteo es su impacto en la calidad del agua. La mayor parte de la lixiviación de nitrógeno proviene de la orina depositada en los potreros, por lo que es necesario desarrollar sistemas de cultivo con abrigos para el almacenamiento de estiércol, que sean compatibles con el pastoreo en las distintas estaciones.
Estos son algunos de los temas de actualidad en el país, sobre los cuales investigar, capacitar a los operadores y comunicar, pero el debate se ve obstaculizado por una mezcla de desinformación y posiciones defensivas. Por un lado, están quienes critican el aumento exponencial del hato lechero, la importación de derivados del aceite de palma para la alimentación animal que contribuyen a la deforestación, la concentración en el procesamiento de lácteos, el uso excesivo de fertilizantes o la imposición de impuestos a los ganaderos; y por el otro, un sector productivo pujante cuyas exportaciones han conquistado el mundo, pero que lucha por innovar productos para mantener el éxito alcanzado.
Es necesario tener coraje y mente abierta para afrontar nuevos caminos y también para revertir el rumbo. Esto no es fácil para la mayoría de los neozelandeses, no solo para los productores de leche. Pero debemos prepararnos para el día de mañana, teniendo siempre presente el dicho “lo que se siembra se cosecha”.
Fuente: https://edairynews.com