La iniciativa -financiada por la ANID- se encuentra en la etapa de validación a escala de laboratorio, con la fabricación de un mulch (cubierta protectora) biodegradable que ayuda a retener la humedad del suelo y protege a los cultivos.
Transformar el estiércol de vaca en biomateriales biodegradables que puedan sustituir el uso de plásticos en la agricultura, contribuyendo a la reducción de residuos y al mejoramiento del suelo, es el objetivo de un proyecto -que ya está en su fase final- desarrollado por la doctora Yaneris Mira bal, académica del Instituto de Ciencias Químicas Aplicadas de la Universidad Autónoma de Chile.
Inspirada por experiencias internacionales, Miraba' comenzó explorando residuos como cáscaras de manzana y tomate. No obstante, su mayor hallazgo ocurrió al analizar el estiércol de vaca: su alto contenido de celulosa lo convertía en un recurso aprovechable con procesos de muy baja contaminación.
La iniciativa -financiada por la ANID- se encuentra en la etapa de validación a escala de laboratorio, con la fabricación de un mulch (cubierta protectora) biodegradable que ayuda a retener la humedad del suelo y protege a los cultivos. Actualmente, el equipo está probando aditivos que potencien el crecimiento de las plantas y refuercen su resistencia a hongos. Además, se ha realizado un estudio de mercado que sugiere diversas alternativas para la comercialización del mulch, y la Dirección de Innovación y Transferencia de la Universidad Autónoma está gestionando un proceso de patentamiento del producto.
IMPACTO EN LA INDUSTRIA AGRÍCOLA
El impacto económico y ambiental del proyecto podría ser significativo para el sector agrícola. Actualmente, el mulch plástico de un solo uso se convierte en microplásticos al finalizar su ciclo productivo, generando un problema de contaminación. La alternativa biodegradable desarrollada en esta investigación no solo sustituiría estos residuos, sino que también aportaría nutrientes al suelo.
El trabajo conjunto con empresas ganaderas de la Región del Maule ha sido clave para el estudio, permitiendo analizar diferencias en el estiércol según la dieta del ganado. 'Gracias a la colaboración de nuestros asociados del sector lechero y de carne, pudimos comprobar que no existen diferencias significativas en el estiércol para nuestro propósito', explicó Yaneris Mirabal.
Asimismo, el equipo ha participado en instancias de capacitación con Hub APTA para mejorar su estrategia de comercialización y ha establecido un vínculo con la empresa Empaque Verde, líder en packaging sustentable. Esta firma ha mostrado interés en el proyecto y ha propuesto una futura colaboración una vez concluida la investigación. Con la posible extensión del proyecto por seis meses más, el equipo espera completar las pruebas de campo y dar un paso crucial hacia la implementación real de esta innovación en la industria agrícola.
INNOVANDO
Yaneris Miraba, académica del Instituto de Ciencias Químicas Aplicadas de la Universidad Autónoma de Chile, llegó a Chile desde Cuba y desde entonces focalizó su mirada en la cantidad de desechos que se generaban en los laboratorios y luego en el país. Esta observación y su costumbre por reciclar la llevó hasta el estiércol y descubrir que este desecho podía convertirse en un biomaterial.
Esta investigación no se ha quedado en la teoría, en la práctica ha dado lugar a tres productos biodegradables con aplicaciones en la agricultura. El primero fueron macetas y bandejas de almácigo, diseñadas para reemplazar los recipientes plásticos en la producción de plantas. Además de ser biodegradables, aportan nutrientes al suelo.
El segundo desarrollo fue un mulch agrícola, pensado como una alternativa a esa capa negra que se usa para cubrir cultivos y proteger los suelos. Sin embargo, al probarlo en laboratorio, surgió un problema. El material al secarse se deforma y cuando se moja, pierde consistencia. Este hallazgo permitió crear una versión más versátil. Así fue como surgió el tercer producto: pastillas biofertilizantes en forma de pellets. Al procesar el material en pequeñas cápsulas compactas, lograron mantener sus propiedades y mejorar su aplicación en el suelo. Estos pellets pueden ser enriquecidos con otros materiales, lo que los convierte en una especie de biofertilizante gourmet.
A diferencia del plástico, que contamina y tarda siglos en degradarse, estos biomateriales se descomponen naturalmente y mejoran la calidad del suelo. Mirabal destaca que su objetivo no es solo sustituir el plástico, sino también aportar una solución integral.
Actualmente, su equipo trabaja en optimizar la producción y en la viabilidad comercial de estos productos. Uno de sus mayores desafíos, aclaro, no estuvo ni en el desarrollo de tecnología o la implementación de maquinaria, sino fue conseguir un espacio para la planta piloto.
Fuente: Diario Austral Región de los Ríos - Campo Sureño