En nuestro país, la escasez hídrica supone un desafío en la producción de forraje, y más aún en la conservación de este, por lo tanto, un tema importante para esta temporada serán las micotoxinas.
Las micotoxinas son metabolitos secundarios producidos por hongos (mico = hongo) presentes en el cultivo (hongos de campo), en el transporte y/o en el almacenaje, y que presentan distinto grado de toxicidad para los animales que las ingieren. Suelen aparecer en productos tan diversos como granos, subproductos de molinería, de extracción de aceite, así como en reservas forrajeras como henos y ensilajes.
El consumo animal de alimentos contaminados con micotoxinas puede causar efectos adversos para la salud que incluyen condiciones ocultas, por ejemplo, retraso del crecimiento, inmunidad deteriorada y disminución de la resistencia a enfermedades; enfermedades crónicas a agudas e incluso la muerte. Básicamente, estos peligros afectan en gran medida el rendimiento de los animales, lo que representa una preocupación mundial para la industria ganadera. Así también, estos metabolitos causan problemas en la industria de la alimentación animal debido a la disminución de la calidad de los productos básicos, lo que puede incluso conducir al rechazo y eliminación de cultivos altamente contaminados. Por otra parte, las pérdidas económicas pueden estar asociadas con mayores costos de atención médica, búsqueda de fuentes de alimentación alternativas, estrategias de prevención entre otros.
Actualmente se han identificado más de 350 analitos diferentes de micotoxinas. En general DON, Zearalenona (ZEA) y Aflatoxinas (Afla) son las micotoxinas de mayor presencia e identificación a nivel mundial, debemos considerar además que hay un metabolito de aflatoxina que puede pasar a la leche y ser un problema para la inocuidad de los consumidores, especialmente en los pequeños productores de alimentos lácteos. Por otra parte, a nivel mundial y derivado de los efectos del cambio climático se prevé un mayor riesgo de aparición de micotoxinas por los cambios en las condiciones ambientales. En nuestro país, la escasez hídrica supone un desafío en la producción de forraje, y más aún en la conservación de éste.
Por otro lado, el mayor uso del maíz para silo también es un desafío en esta materia ya que es una de las matrices mayormente contaminada con micotoxinas a nivel mundial. Finalmente, frente a la sospecha del problema debemos actuar preventivamente, evaluando el nivel de micotoxinas antes, durante y después del proceso de conservación. Sin embargo, el muestreo en si es un proceso difícil, y el análisis se debe realizar en laboratorios de confianza.
El uso de productos que secuestren micotoxinas puede ser una opción dependiendo del nivel del problema, el estatus sanitario de nuestro rebaño y del nivel de micotoxinas en las muestras del producto final. Sin lugar a dudas es un gran tema que en el área de inocuidad de INIA vislumbramos como de importancia en la producción lechera.
Autor: Nicolás Pizarro Aránguiz, Médico Veterinario, Doctor en Ciencias Silvoagropecuarias, investigador en inocuidad alimentaria, Área Nacional Alimentos del Futuro, INIA Remehue.
Fuente: https://www.diariolechero.cl/