Tres productos lácteos al día son fundamentales para que niñas y niños en edades tempranas puedan mejorar sus condiciones físicas y cognitivas, recomendaron los médicos del Instituto de Nutrición y Tecnologías de los Alimentos (INTA) y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, los doctores Sylvia Cruchet y Rodrigo Valenzuela.
Los académicos, quienes pertenecen al Comité Científico de Lácteos, pusieron énfasis en la necesidad de fortalecer de manera urgente las políticas públicas de acceso a nutrientes de alto valor biológico, a través de los programas de distribución de leche y sus derivados en establecimientos educacionales.
Esto debido a las recientes alertas que entregan organismos nacionales e internacionales acerca del impacto de la pandemia sobre la nutrición, en especial en poblaciones infantiles. El último de ellos, emitido por La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), advirtió sobre el crítico riesgo de malnutrición en la región como consecuencia de la “inflación alimentaria”, esto es, el alza en el precio de productos de primera necesidad y materias primas.
En la misma línea, en 2021, la Unicef advirtió, en su reporte “Una Alimentación para el Fracaso”, una crisis nutricional infantil, especialmente en los primeros años de vida. Según el organismo dependiente de Naciones Unidas, la alimentación de mala calidad es hoy en día uno de los mayores obstáculos para la supervivencia, el crecimiento, el desarrollo y el aprendizaje de los niños y niñas. Una ingesta insuficiente de nutrientes puede causar un daño irreversible en el cuero y el cerebro durante el crecimiento, con riesgos más graves en los primeros años.
“Las proteínas de alto valor biológico son fundamentales para los niños y esas las encontramos en la leche: vitaminas del complejo A, la B y la D, también el calcio. Todo esto aumenta el valor nutricional de los lácteos y contribuye al desarrollo integral del niño y a prevenir diversas condiciones tanto de su salud como de carácter social”, señaló el Dr. Valenzuela, doctor en Nutrición, docente de la U. de Chile y autor principal del libro Lácteos, Nutrición y Salud, impulsado por el programa Gracias a la Leche.
Tres dosis vitales
En nuestro país, múltiples entidades han proporcionado evidencia respecto al impacto sanitario y social de la malnutrición durante la crisis económica derivada de la covid-19. Uno de ellos fue el informe Mapa Nutricional de la Junaeb, de 2020, que detectó un “profundo impacto” de la pandemia en la alimentación de poblaciones infantiles del país.
Para la Dra. Cruchet, pediatra y especialista en gastroenterología y nutrición del INTA, es fundamental no solo que la dieta de las niñas y niños incorpore lácteos, sino que estos sean de buena calidad y aporten los nutrientes que se encuentran disminuidos como resultado de una alimentación deficiente.
En ese contexto, añadió, la dosis recomendable de tres porciones de lácteos al día debe ser una prioridad de las políticas públicas, que, de manera focalizada, deben responder a esa necesidad.
“La malnutrición es tanto por déficit como por exceso de calorías. En ese sentido, los lácteos juegan un rol importante, rebajando otros alimentos en caso de exceso o permitiendo alcanzar una alimentación saludable. Es muy importante prevenir ambos extremos utilizando alimentos derivados de la leche (yogur o queso). En un contexto de alimentación saludable, los lácteos ayudan a prevenir esa malnutrición que hoy se advierte en Chile y en todas las regiones del mundo”, dijo la especialista.
Recientemente, el presidente del Banco Mundial, el economista estadounidense David Malpass, pronosticó el avance del mundo hacia una “catástrofe humanitaria” debido al aumento récord de los precios, lo que podría empujar a cientos de millones de personas a la pobreza y una peor nutrición. Según el organismo, este incremento será cercano al 37%, por lo que emplazó a los gobiernos a activar esfuerzos para revertir el complejo escenario.
Políticas públicas de integración
La leche proporciona micronutrientes que son vitales para el desarrollo normal de huesos y dientes durante los primeros años de vida, además de prevenir la osteoporosis en la adultez. Es fuente de proteína, calcio, vitamina D y otros micronutrientes y se estima que puede aportar hasta un 40% de los requerimientos nutricionales a través de los Programas de Alimentación Escolar (PAE).
Se cree que, a escala global, más de 360 millones de niñas y niños acceder a este beneficio vía políticas públicas, siendo la leche uno de los alimentos más típicos en las dietas entregadas en establecimientos educacionales. De esta manera, los doctores Cruchet y Valenzuela remarcaron que este tipo de estrategias tienen un enorme impacto en la salud pública de los países: pueden mejorar la dieta de los beneficiarios, en su gran mayoría población vulnerable, y fomentar hábitos saludables para el futuro.
“Lo que la evidencia científica concluye es que un bajo consumo de leche, especialmente en menores de edad en situación de riesgo social, que en Chile no son pocos, además de comprometerse el crecimiento, afecta la morbilidad infantil, es decir, son más enfermizos, para condiciones respiratorias, infecciosas o digestivas. También hay más ausentismo escolar, lo que perjudica el rendimiento y deriva, finalmente, en la deserción”, complementó el Dr. Rodrigo Valenzuela, quien académico del Departamento de Nutrición de la Universidad de Chile.
Ambos especialistas, quienes son integrantes del Comité Científico de Lácteos, una instancia nacida al alero del Consorcio Lechero de Chile, subrayaron que este tipo de políticas públicas son fundamentales en el escenario económico y social de la actualidad. Tal como hace 40 años, el acceso y distribución de nutrientes clave puede ser también una herramienta de integración y equidad para la población.
Cifras internacionales muestran que naciones como Estados Unidos y China lideran la entrega de alimentos en las escuelas, con 30 millones y 22 millones de estudiantes beneficiados. Los programas de alimentación escolar que incluyen lácteos en sus menús tienen efectos positivos en países de mediano y bajo ingreso, aun cuando los resultados son heterogéneos porque estos se ven influenciados por los contextos económicos y sociales de cada uno.
Por su parte, la Dra. Cruchet analizó que el país debe reforzar las políticas públicas en la materia, concentrándose en dos aspectos: uno, mejorar la calidad de los alimentos; y dos, focalizar los esfuerzos en aquellos grupos más vulnerables, que son los que no reciben sus dosis diarias de lácteos semidescremados. Según la académica, en Chile no se le está dando la importancia necesaria para contrarrestar todas las alarmas emitidas en los últimos 24 meses.
“Las políticas públicas que en Chile se extienden hace muchos años son excelentes, pero también es cierto que es importante mejorar la calidad de los alimentos y revisar las porciones. Por lo que me toca ver en la realidad actual, muchas de estas acciones quizás no están bien focalizada, por lo que tenemos niños que están tomando dos veces desayuno. Se debe focalizar en quienes realmente lo necesitan y, en paralelo, resolver otros aspectos como las horas de actividad física”, afirmó la facultativa.
“Se habla mucho de la canasta básica de alimentos –complementó el Dr. Valenzuela–, pero esta tiene que incorporar alimentos saludables. No solo de pan vive el hombre. Vemos que en sectores medios y pobres, el pan, arroz y fideos es lo más frecuente, porque es lo que pueden pagar. Tener dinero para leche y yogur todos los días no es siempre posible. La calidad de la alimentación debe ser una prioridad para aquellas autoridades encargadas de velar por la salud y alimentación de la población. Lo que existe hoy es bueno, pero debe mejorarse”.
Nutrientes fundamentales
La leche y sus derivados integran una variedad de nutrientes que son fundamentales para que los seres humanos tengan una dieta equilibrada. Son, en este sentido, un alimento de alto valor biológico, al contribuir con elementos como proteínas, calcio, fósforo y vitamina D, entre otros, que se relacionan con beneficios para la salud física y mental de niños, niñas y adolescentes.
Entre sus beneficios se cuentan el aumento en el contenido mineral óseo, mejor estatus de ingesta energética y micronutrientes (mejor calidad de la dieta habitual), y asociarse inversamente con malnutrición por déficit, caries dentales y obesidad pediátrica. Según la Dra. Cruchet, la situación actual hace que la provisión de alimentos como la leche sea, al tiempo de un instrumento de salud pública, también uno de integración y equidad.
“Es importante que todas las familias se sumen a los programas nutricionales de los consultorios, tanto aquellas chilenas que se han visto afectadas por el impacto de la pandemia como aquellas que tuvieron que migrar y que lo hicieron en condiciones complejas, afectando la alimentación de sus niños. Como país, debemos tener un enfoque de integración en estas políticas, sin importar si tienen o no un documento”, reflexionó la especialista del INTA.
Un patrón de alimentación que excluya a los lácteos es probablemente una alimentación con la que se hace difícil de cumplir algunas de las actuales recomendaciones de ingesta diaria de nutrientes, advirtieron los académicos de la Universidad de Chile. Para el Dr. Valenzuela, uno de los principales problemas en términos de déficit de micronutrientes radica en el reemplazo de la leche por productos como el té, jugos y bebidas de fantasía.
“Algunos datos de últimos informes dan cuenta que los niños tomaban té o café en el desayuno en reemplazo de la leche, y que comían en la casa y en el colegio pan. Ahí hay un problema importante. No tengo dudas de que, por el impacto económico de la pandemia, la alimentación escolar pasó y pasará a tener un rol que probablemente habíamos dejado de lado hace 10 o 15 años, por el desarrollo económico del país. Nos pegó súper fuerte y muchos niños volverán a obtener en los colegios la mayor parte de sus nutrientes clave”, señaló el especialista del Comité Científico de Lácteos.
La leche y sus derivados son alimentos vitales para el crecimiento y el desarrollo de niños, niñas y adolescentes, y considerados como un factor protector contra las enfermedades crónicas no transmisibles más prevalentes. En los últimos años, no obstante, la percepción de sus beneficios ha decaído, asociándose como una ganancia excesiva de peso por su contenido de lípidos y azúcar. Pese a esto, evidencia reciente es concluyente respecto a que no existe asociación entre el consumo de lácteos e indicadores como mayor adiposidad, sobrepeso u obesidad.
Fuente: https://g5noticias.cl/