El agua de lombriz, un subproducto de la lombricultura intensiva, le permite al agricultor, entre otras cosas, mejorar la eficiencia de las aplicaciones de fertilizantes. Según Arturo Calderón, ingeniero Agrónomo y doctor en Horticultura y Agronomía de la Universidad de California, es un 'bioinductor que puede proporcionar elementos esenciales a las plantas, tanto macro como microelementos. Minerales, pero también bacterias, muchas de las cuales son promotoras de crecimiento y fijadoras de nitrógeno, realzando fósforo, potasio, etc.'.
De hecho, a nivel de campo así lo han comprobado. Pedro Pablo Marín, gerente general de Agrícola Sutil, asegura que al usar el agua de lombriz ha tenido 'resultados inmediatos, que tienen que ver con aportes nutricionales al suelo y la entrega de microorganismos al suelo. Eso ha generado que tengamos suelos vivos y ha mejorado la absorción de los nutrientes'.
Según Roberto Verdejo Vega, creador de Biofert, con 25 años de experiencia en lombrices, las plantas experimentan un mayor crecimiento, un follaje saludable, y flores y frutos más vigorosos. Además, el desarrollo radicular se ve favorecido, lo que contribuye a una mayor absorción de nutrientes y, en última instancia, a una mayor productividad.
'Este tipo de tecnologías o productos contribuyen a la sostenibilidad de los agroecosistemas, no solo a partir de inducir resiliencia frente a disturbios propios de un estrés biótico —plagas o enfermedades— y abiótico —estrés hídrico, térmico o radioactivo—. Información robusta ha confirmado que este tipo de lixiviado puede mejorar, justamente, la resiliencia de estos agroecosistemas', argumenta Arturo Calderón, quien es profesor asociado de la Facultad de Agronomía de la Universidad Concepción, del Departamento de Producción Vegetal.
Se ha visto que la integración de procesos como la generación de compost y lixiviado en la agricultura no solo mejora la eficiencia de los huertos, sino que también aborda el aprovechamiento de desechos de la agroindustria y la actividad agrícola.
Esta práctica, promovida por expertos como Arturo Calderón, no solo hace más sostenibles los huertos al reciclar nutrientes y promover la biodiversidad, sino que también representa una forma amigable de gestionar estos residuos, según destacó en una reciente entrevista.
'El agua de lombriz contiene una amplia gama de nutrientes, incluyendo macro y micronutrientes, ácido úrico, ácido fúlvico y aminoácidos. Esta combinación de elementos es esencial para mejorar la absorción de nutrientes por parte de las plantas, independientemente de si el productor agrícola utiliza métodos orgánicos o convencionales', comenta Verdejo.
'La lombricultura permite reducir hasta un 50% el uso de fertilizantes químicos', agrega.
Experiencia y compromiso
El agua de lombriz se obtiene al regar los contenedores donde se crían las lombrices.
Respecto a la producción del agua de lombriz, Verdejo comenta que 'en una lombricultura de 20 metros, se pueden producir diariamente 2.000 litros de agua de lombriz'. Así el costo de producción es de aproximadamente $44 por litro.
'Aunque la inversión inicial en la lombricultura puede ser significativa, a largo plazo, los beneficios económicos y ambientales son sustanciales. Además, las lombrices se multiplican y se reproducen por sí mismas, lo que reduce los costos de mantenimiento con el tiempo', calcula Verdejo.
'Todo el sistema e implementos, incluyendo desde las asesorías mensuales hasta el guano y la paja, supone una inversión de alrededor de 16 millones de pesos más IVA', cuenta Karen Farías, subgerente técnico del Fundo San Cayetano, Terraida.
La lombricultura intensiva se basa en trabajar con una especie específica de lombriz de criadero, la roja californiana (Eiseniafoetida).
Esta lombriz ha sido seleccionada por su alta productividad, tasa reproductiva y aptitudes de domesticación, lo que la convierte en la elección ideal para este sistema.
El humus, resultado de las deyecciones de las lombrices, es un componente fundamental en la mejora de los sistemas productivos. Y 'puede reducir más del 50% de la población de arañita roja en los cultivos', asegura Verdejo.
Karen Farías, subgerente técnico del Fundo San Cayetano, Terraida, implementaron este sistema en su huerto de 370 hectáreas.
'Hemos observado un marcado desarrollo radicular en nuestras plantas, lo que ha mejorado significativamente su salud y rendimiento', afirma la subgerente. Farías insiste en que 'hemos visto resultados tangibles en la salud de los cultivos, la productividad y la rentabilidad a largo plazo, ya recuperamos todo lo invertido'.
Por Catherine Berthet Ellsworth-
Fuente: El Mercurio - Revista del Campo