Cataluña cuenta a día de hoy con 347 explotaciones lácteas y una producción mensual de 57.858 toneladas, según los últimos datos publicados por el Fondo Español de Garantía Agraria, del pasado mes de octubre.
Setenta y tres de esos ganaderos se asientan en las comarcas pirenaicas de Alt Urgell y Cerdanya, con una fuerte implantación del cooperativismo en la zona, lo que ha permitido la supervivencia de la producción láctea en estas áreas de montaña.
“Gracias a las cooperativas hoy todavía queda ganadería de leche aquí en el Pirineo”, asegura Joan Guitart, uno de los 6 socios de Granja Castellar, ubicada en Castellar de Tost, en el municipio de Ribera d’Urgellet, un pueblo de solo 20 habitantes y situado a 900 metros de altitud en el Pirineo de Lleida.
A diferencia de lo que ocurre en Alt Urgell, en todo el vecino valle de Pallars, en las tres comarcas que lindan con el Val d’Aran, ya no quedan granjas lecheras. “Hace 30 años, cuando nosotros empezamos con el unifeed cooperativo, Copirineo tenía más de medio centenar de explotaciones. Pero cuando desaparecen las cooperativas a las industrias les es difícil venir a recoger la leche aquí, en granjas pequeñas y dispersas”, explica Joan.
Crecer absorbiendo a otras granjas
SAT Granja Castellar es una de las explotaciones más grandes de la zona. Ordeña en estos momentos 420 vacas y produce unos 13.500 litros diarios, que entrega a la cooperativa Cadí para su transformación en queso y mantequilla. De la ración para alimentar a las vacas se encarga otra cooperativa, Pirenaica, que hace 30 años instaló uno de los primeros centros comunitarios de mezcla húmeda unifeed de Europa.
Joan está al frente de esta granja junto a dos de sus hermanos, su hija y otros dos vecinos que acabaron cerrando sus granjas familiares para integrarse en la SAT. “En su momento llegamos a ser 8 socios. Eran explotaciones que dejaban de ordeñar pero que en vez de vender la cuota láctea nosotros absorbíamos la granja, comprando el ganado, quedándonos con la cuota, y pasando a integrar a esos ganaderos en la sociedad. De esa forma evitamos que esa cuota se marchara de la comarca hacia otras zonas”, explica.
Tras décadas de incremento continuado en el número de cabezas, en estos momentos su objetivo es la estabilización de la granja. “No queremos seguir creciendo, nuestra intención actualmente es mantener el número de vacas en ordeño en torno a las 415-420. Pero tenemos muchas novillas y hemos tenido que mandar al matadero este verano muchas vacas, porque sino estaríamos en estos momentos en 450 vacas en producción”, detalla Joan.
Recría en dos ubicaciones diferentes
Aunque forma una sola unidad epidemiológica, Granja Castellar tiene 4 libros abiertos, 2 de ellos para reposición en dos granjas cercanas que han dejado de producir leche, y suma en total unas 900 cabezas contando vacas adultas y recría.
La unidad de producción se encuentra en Castellar de Tost, donde también se desarrolla la fase de lactación de las terneras. “A los 2 meses y medio hacemos el destete y a partir de ahí, en torno a los 3 o 4 meses, se van a otras granjas”, explica Joan.
Los otros dos establos están situados a 6 y 8 km de distancia. “Vamos mañana y tarde y tenemos a una persona encargada de la recría. A partir de los 12 meses empezamos a poner las primeras dosis si la vaca está en condiciones. Detectamos los celos con collares, con lo que ganamos en tiempo y en fertilidad”, asegura. La inseminación se realiza con personal propio de la granja.
Producir leche en una zona de montaña
Joan considera que la labor del ganadero es la de “ser capaz de adaptar el modelo productivo de su explotación a la situación concreta de cada lugar”. En la comarca de Alt Urgell la climatología y las características del terreno condicionan el tipo de producción láctea.
“La base territorial es muy baja, porque por un lado tenemos el río y por el otro el monte; y todo es pendiente, ya que estamos en una zona de prepirineo”, explica.
Granja Castellar cuenta con 200 hectáreas de superficie aprovechada en pastoreo por distintos lotes de animales: por las vacas secas, por las novillas y por una parte de las vacas en producción (aquellas que están en el final de la lactación).
Para el resto de las vacas en ordeño, la alimentación se basa en ración unifeed que incluye cerca de 20 kg de concentrado. “Logramos medias de 32-33 litros de producción y unas calidades de leche muy buenas; casi todo el año estamos por encima del 4% de grasa”, cuenta Joan.
La ración es suministrada diariamente en el establo gracias a un sistema de cátering que, sumado al uso de grandes cantidades de concentrado, dispara el coste de alimentación. “Tenemos un coste de producción alto, hemos llegado a cerca de los 12 euros por vaca y día, mientras el precio de venta de la leche el año pasado se situó en 0,52 euros el litro de media de todo el año”, detalla.
Primera planta de unifeed comunitario de Europa
La explotación es socia de la Cooperativa Pirenaica, con instalaciones en la Seu d’Urgell y fábrica de pienso y mezcla húmeda en el municipio de Montferrer y Castellbò, a 3 km de la Seu d’Urgell.
Desde esta planta salen diariamente los camiones que descargan en las granjas. “Llevamos 30 años funcionando de esta forma. Fuimos pioneros en su momento en Europa en este sistema de unifeed comunitario. Estuvimos dando vueltas por el mundo para aprender, desde Israel a Dinamarca”, recuerda Joan.
“Hoy damos comida a 40 explotaciones de leche que sumamos unas 3.500 vacas en total, aunque día a día van desapareciendo granjas”, lamenta. Dentro de Pirenaica, algunos socios gestionan su propia superficie agraria, mientras hay otros que ya han dejado sus tierras en manos de la cooperativa.
La superficie total es de unas 1.000 hectáreas, insuficiente para autoabastecer a la planta. “Es difícil hacerlo mejor con esta sequía. Tenemos que comprar bastantes insumos, por ejemplo maíz para ensilar; maíz grano y soja, que vienen del puerto de Tarragona y cebada que traemos de Francia”, explica.
El servicio de cátering que la cooperativa presta a las ganaderías socias es un pilar fundamental para la supervivencia de las granjas de la zona, considera Joan. “En Girona otras iniciativas similares de unifeed comunitario han desaparecido porque allí hay otras alternativas. ¿Por qué funciona aquí? Porque estamos en un sitio apartado y es difícil ser autosuficiente tú solo. Si quieres ser muy individualista tienes que tener más de 450 vacas. Con granjas más pequeñas aquí es difícil. No es que seamos más cooperativistas que en otros lugares, es que la necesidad nos hace serlo”, argumenta.
Cadí, primera cooperativa láctea creada en España
Hace más de 70 años que Granja Castellar forma parte también de la cooperativa Cadí, formada por 73 familias ganaderas de Alt Urgell y Cerdanya. Fundada en 1915, Cadí fue la primera cooperativa láctea creada en el Estado español.
“Nunca ha sido rescatada en sus casi 110 años de historia”, destaca Joan, que formó parte hasta 2016 del Consejo Rector de la cooperativa. Dentro de Cataluña, Cadí es una referencia. Produce queso y mantequilla, con dos Denominaciones de Origen.
Transforma entre 170.000 y 180.000 litros de leche en diversas referencias comerciales, entre ellas varias modalidades de queso, requesón y mantequilla, el verdadero producto estrella de Cadí, que es también socia de Llet Nostra, a través de la cual se dá salida a los excedentes en forma de leche líquida y yogurt.
Cadí vende sus productos por toda Cataluña, además de exportar a distintos países, y cuenta en la actualidad con una plantilla de 130 trabajadores. “Estamos pasando un momento delicado precisamente porque la cooperativa está sobrecargada de mano de obra y no somos capaces de ser competitivos. Tenemos que industrializarnos más, porque los tiempos cambian y creo que han faltado inversiones en modernización y tecnología. No podemos vivir de los 100 años de historia, eso no es suficiente, tenemos que avanzar para pensar en los próximos 100”, reflexiona.
Ahorrar costes con el pastoreo
Aunque el pastoreo es el sistema tradicional de alimentación del ganado en esta zona del Pirineo, las explotaciones lácteas de la zona han ido abandonando esta práctica a medida que iban creciendo e intensificándose, aunque Granja Castellar sigue manteniendo el pastoreo como una estrategia para reducir costes de producción.
“A veces pienso que queremos ser demasiado americanos. Estamos a 900 metros de altitud y tenemos pendientes elevadas; me sale más cómodo llevar a pastar las vacas que cortar la hierba”, argumenta.
La SAT cuenta con 200 hectáreas de superficie, que se aprovechan en su totalidad en pastoreo y con la recogida de forraje, tanto ensilado como en heno. Disponen de praderas sembradas con diferentes especies para de esta forma poder alargar la duración del pasto.
“En otoño empezamos pastando las fincas que tienen festuca y datilo, después pasamos al raigrás y terminamos con el cereal, que es el más resistente, cuando vienen las heladas, en enero y febrero”, explica Joan. Pero la importante sequía que arrastra Cataluña en los dos últimos años ha secado los pastos y encarecido la alimentación del ganado.
El pasto es la base de la alimentación de la recría. “Muchas veces tenemos grupos de 30 novillas sin tomar ni un kilo de heno en la estabulación”, cuenta. Pero también están extendiendo el pastoreo a las vacas adultas.
Una parte de las vacas en ordeño, a partir de 180 días de preñadas (6 meses), cuando bajan de 30 litros, las pasamos al prado. Al hacerlo bajan a 15 litros de media, pero logramos alargar un poco más la lactación a un coste muy bajo mientras se recuperan de los cubículos y se preparan para el parto. Cuando la leche no te la pagan bien, bajar la producción no tiene por que implicar matar a la vaca, esta es una forma de darle otra oportunidad. De los 12 euros por vaca y día que nos cuesta alimentarlas en unifeed, pasan a 2 euros. Bajan a la producción de leche, sí, pero lo ganamos en coste de alimentación y salud”, defiende.
Regadío por presión natural
En esta zona de la montaña, a 900 metros de altitud, la nieve permanece durante dos meses al año. “A partir del 15 de enero, cuando las horas de luz empiezan a aumentar, la nieve empieza a derretirse. Lo malo es cuando nieva a principios de diciembre, ahí si que no se va ni con el soplete”, bromea Joan.
El cambio climático se está dejando notar también en el Pirineo. “Tenemos manantiales para regar que nos proporcionaban un caudal de entre 50.000 y 60.000 litros a la hora que han bajado a menos de 20.000 y no podemos regar cuando queremos, como hacíamos antes”, indica.
La zona de regadío de la explotación abarca 30 hectáreas y el sistema funciona por presión natural, sin necesidad de bombeo. “Tenemos el agua canalizada desde el manantial a una balsa, donde alcanza 10 kg de presión dinámica natural, que es suficiente para que funcione el sistema de aspersores”, detalla.
Abonar con estiércol y no usar herbicidas
Aunque la alimentación de las vacas mediante unifeed no les permite estar en ecológico, el manejo de la tierra dista muy poco de lo exigido para la certificación.
“Abonamos con estiércol, que repartimos por todas las fincas, y desde hace 3 años no tiramos ni una gota de herbicida; no vamos a lograr 17.000 kg de materia seca por hectárea de forraje pero vamos a ver si podemos ser competitivos así”, razona.
Las camas del ganado son de paja y de compost, producido en la propia granja. “Lo que hacemos es amontonar el estiércol de los lotes de novillas y vacas que tenemos en cama seca en una pila al aire libre y le damos vueltas para ventilarlo. Por pasteurización natural llega a 70 grados, lo que genera una higienización”, explica.
Planta móvil para tratamiento de purines
La cooperativa Pirenaica ha impulsado también la adquisición de una planta móvil de tratamiento de purines para facilitar el cumplimiento de las nuevas normativas en materia de gestión de estiércoles a sus ganaderías socias, volviendo a situarse a la vanguardia de todo el Estado.
Esta planta, la primera de estas características en España, está dotada de un grupo electrógeno propio, una bomba, un separador sólido-líquido, una planta de polielectrolitos y coagulantes y una decantadora centrífuga.
Siembra directa
“Sin el estiércol de las vacas nuestro pueblo no existiría”, asegura Joan. Las características del terreno (“este es un terreno muy calcáreo donde hay mucha piedra”, indica) les obliga a usar técnicas de mínimo laboreo. “Trabajamos siempre con siembra directa. Lo de arar no se toca, es sagrado. Porque si no son todo piedras. Empezamos hace ya 35 años con siembra directa”, cuenta.
Para el control de las malas hierbas usan a los propios animales. “En épocas de sequía hacemos pastoreo intensivo en esas parcelas, sin cambiar al ganado cuando queda poco pasto, para obligarles a comer esas malas hierbas. A las vacas secas que no están próximas al parto las forzamos esos últimos tres días en esas fincas, con un buen cierre para que no se escapen. Después vamos rápido detrás con siembra directa, tras sacar al ganado, para no usar herbicidas. No logras una implantación del 100% pero sí vas consiguiendo mejorar la pradera con aquellas especies que más te interesan. En el prado natural, por ejemplo, hacemos resiembras de datilo, que es para mí lo que mejor va, y a veces ponemos también algo de festuca”, indica.
Modernización del ordeño
En cuanto a la mano de obra, la SAT cuenta con 10 personas empleadas, de las cuales entre 7 y 8, dependiendo del momento, son contratadas y el resto socios trabajadores. Para reducir las necesidades laborales de la granja, han apostado por invertir en mejorar las instalaciones de ordeño. “Hemos tenido que modernizarnos 3 veces en 30 años, primero con ordeño directo, después con sala y hoy con rotativa”, explica Joan.
Disponen en la actualidad de una sala rotativa de 40 puntos, que ha sustituido a la sala de espina de pescado 10×2 puntos, con el objetivo de hacer un ordeño más rápido. “No queremos crecer más, sino que los trabajadores tengan tiempo para hacer más cosas. Si no dispones de instalaciones adecuadas, los trabajadores se convierten en robots dentro de una sala de ordeño”, afirma
En la sala rotativa ordeñan cerca de 200 vacas a la hora. Los horarios del ordeño son a las 6 de la mañana y a las 5 de la tarde. “Las vacas que tenemos en pastoreo, que son las de final de lactación, son las últimas que ordeñamos por la mañana y las primeras por la tarde; así ganamos media hora y a las 7 de la tarde los trabajadores ya se pueden ir para casa”, indica.
Los beneficios de ordeñar 4 veces al día al lote de postparto
Granja Castellar realizó un estudio entre octubre de 2003 y mayo de 2007 realizando cuatro ordeños en vez de dos en el lote de vacas postparto, en el que tanto las primíparas como las multíparas permanecían durante 3 semanas.
“En aquel momento estábamos ordeñando 230 vacas en una sala de 20 puntos. Nos llevaba 3 horas por la mañana y 3 por la tarde hacer el ordeño. Lo que hacíamos era meter primero al lote de postparto y después al resto de animales en producción y al final de todo volvíamos a meter a la sala al lote de postparto”, explica Joan.
Esa estrategia de cuatro ordeños arrojó resultados positivos tanto en relación a la mejora de la producción como en salud y reducción de problemas en las vacas postparto. “Hay claras evidencias de la mejora de la salud de la ubre, sobre todo en la disminución de edemas postparto y en la incidencia de mamitis. Se constata una más rápida involución uterina, en consonancia con la mayor frecuencia de liberación de oxitocina, y una mejora del comportamiento de las primíparas, en particular una disminución en las dificultades de la subida de la leche y retención en la ubre”, concluye el estudio.
La mejora lograda en la producción era de casi 9 litros en las primeras 3 semanas (de 33,5 kg a dos ordeños a 42,3 kg a cuatro ordeños), pero el incremento productivo se mantenía posteriormente hasta el final de la lactación, con casi 3 litros más por vaca y día (34,8 kg en las vacas a dos ordeños frente a los 37,4 kg de media en las vacas que habían comenzado la lactación a 4 ordeños). En total, la diferencia equivale a una producción de 550 litros más por vaca en toda la lactación.
“Hay un mejor arranque de las lactaciones, comparado con el sistema tradicional, lo que se atribuye al estricto control diario de las vacas postparto, lo que permite detectar muy pronto cualquier anomalía y realizar el tratamiento correspondiente”, argumenta el estudio
Placas solares y acumulación de la energía en forma de hielo
Además de en la modernización del sistema de ordeño, esta SAT catalana ha invertido en los últimos años en energías renovables para reducir la factura eléctrica de la granja, mediante la instalación de placas solares y de un sistema de refrigeración de la leche por medio de bancos de hielo.
«Hace un año y medio que lo tenemos en marcha y nos permite en verano lograr que el 75% de la energía que consumimos sea autoconsumo, En invierno bajamos al 40% de media, pero es una inversión fácil y rentable”, asegura Joan.
“En lugar de tener baterías, la energía que producen las placas fotovoltaicas se almacena en hielo y en el momento de ordeñar se pone en marcha una bomba de agua helada. De esta forma se logra una optimización del consumo de energía, porque logras bajar los mínimos. Nosotros tenemos un término de potencia en hora punta, que es cuando estás ordeñando, de 30 Kw; si no fuese por este sistema necesitaríamos 50”, compara.
Otra de las decisiones que han tomado ha sido la de no orientar todas las placas solares, que suman 120 Kw instalados, a la misma posición. “De esta forma las placas no trabajan todas a la vez pero ganamos horas de luz, porque una parte las tenemos orientadas a la salida del sol y a la puesta, no todas al mediodía”, explica.
“En la Administración todos mandan y opinan desde la capital”
Joan Guitart es en la actualidad coordinador territorial de la organización sindical agraria Unió de Pagesos en el Alt Pirineu y se muestra “muy crítico y cabreado» con la Administración. “Todos mandan y opinan desde la capital”, se queja.
Eso, dice, lleva consigo la aprobación de normativas alejadas de la realidad y perjudiciales para el sector que provocan abandono y una creciente desconexión de la población con los problemas de los productores. “Hay que hacer mucha pedagogía y muchas jornadas de puertas abiertas para que los consumidores vean cómo hacemos y por qué”, defiende.
“Nosotros hemos hecho recuperación de terrenos perdidos, sacando pinos, desbrozando y recuperando pastizales. Tengo terneras en pastoreo a 1.600 metros de altura, evitando que haya incendios. Pero en la sociedad eso nadie lo valora”, se queja.
Fauna salvaje
Como en Galicia, en el Pirineo el avance de la fauna salvaje está poniendo también contra las cuerdas a las explotaciones ganaderas. “De momento a nosotros el lobo no nos afecta mucho, estamos en la zona más baja y llega a cuentagotas, pero el oso sí. Está aquí asentado y provoca desbandadas de animales. A veces encuentras el ternero a 2 horas de la vaca o vacas que se van a donde hay nieve, porque se sienten más seguras. El oso les produce pánico”, asegura.
“Pero la sociedad no es consciente del problema. Aquí hay una distancia demasiado grande para que el público urbano entienda lo que pasa y con la Ley de Bienestar Animal nos tratan de terroristas”, denuncia.
Relevo generacional en el sector
Joan tiene en la actualidad 58 años, y su hija, que es ingeniera agrónoma, se ha incorporado a la granja. Pero aún así, teme por el relevo generacional, tanto en su explotación como en la mayoría de las ganaderías lácteas catalanas.
“Los jóvenes no van a aguantar lo que hemos aguantado nosotros. Hay una presión enorme por la falta de mano de obra y aunque tengas trabajadores tienes que estar con ellos. Eso convierte nuestra profesión en un trabajo muy sujeto”, razona.
“Descentralizamos las grandes ciudades”
Joan dejó de ser funcionario en la Generalitat hace 40 años para trabajar en la granja. “No me gustaba Barcelona”, admite. Pero hoy, dice, “si no me hubiese caducado la excedencia, volvería”, asegura, medio en broma, medio en serio.
Castellar de Tost, en el municipio de Ribera d’Urgellet, es un pueblo “de solo 20 habitantes contando a los trabajadores de la granja”. “Descentralizamos las grandes ciudades. Cada 10 vacas en ordeño es un puesto de trabajo, porque cada 10 vacas en ordeño generan entre 30 y 40.000 euros al año de actividad económica, no sólo por la leche y los terneros que dan, sino porque damos vida a veterinarios, cooperativas, talleres, etc. Son números muy importantes”, reflexiona.
“Las granjas pequeñas son las que mantienen el paisaje en las zonas de montaña, pero aparte de mantener el territorio, estamos manteniendo la población, sino estaríamos todos hacinados en las ciudades”, concluye.
Fuente: https://www.agronewscastillayleon.com/leche-de-vaca-produccion/