Los productores jóvenes que renuevan las lecherías

Los productores jóvenes que renuevan las lecherías

Con un marcado interés por la sustentabilidad y la integración en la cadena láctea, en los últimos cinco años han comenzado a liderar el recambio generacional en lecherías de sus familias en el sur de Chile, donde enfrentan desafíos como mantener la rentabilidad del negocio, impulsar cambios y promover la asociatividad.

 

Algunos supieron desde niños que querían dedicarse al campo, otros lo han descubierto en el camino y, en algunos casos, trabajar en las lecherías partió como una necesidad forzada para mantener la tradición familiar y no abandonar el rubro.

Sin embargo, los jóvenes que hoy renuevan al sector lechero —en su mayoría menores de 35 años y concentrados en la Región de Los Lagos— no solo lideran un recambio generacional, sino que también impulsan cambios atractivos en la manera de concebir la producción desde la sustentabilidad, la relación con los trabajadores y el interés por avanzar en la cadena al elaborar sus propios lácteos.

'El recambio generacional se da esencialmente en empresas agrícolas de propiedad y operación familiar. Contribuyen a la seguridad alimentaria de nuestro país y generan desarrollo en las zonas rurales, las cuales generalmente son las más retrasadas en cuanto a salud, educación y servicios', dice Marcos Winkler, presidente de Fedeleche.

También resalta que es fundamental apoyar a las nuevas generaciones para desarrollar su potencial y que los productores jóvenes se entusiasmen con la lechería, se preparen y accedan a oportunidades e incentivos.

Como parte de eso, recientemente, Fedeleche invitó a un grupo de productores a participar en el quinto Encuentro Panamericano de Jóvenes Lecheros, organizado por la Federación Panamericana de Lechería (Fepale) en Paraguay, donde uno de los puntos clave fue promover la renovación y conocer los modelos asociativos de los productores paraguayos.

'Los jóvenes están llamados a asumir el relevo generacional y Fepale y sus socios están aportando herramientas que permitan apoyar a quienes se dedican a la actividad lechera', afirma Eduardo Schwerter, presidente de Fepale.

En ese sentido, Marcos Winkler plantea que, 'como cadena debemos generar valor compartido, que el beneficio económico de los alimentos que se producen en el campo se reparta de forma justa. Esa es la clave para consolidar un sector lácteo rentable y un relevo generacional sostenible.

 

Felipe Werner: Desde Alemania a la lechería familiar

 

Pese a que su abuelo comenzó con la lechería familiar a comienzos de los años setenta en la comuna de Llanquihue, Felipe Werner Held decidió estudiar Ingeniería Comercial en Viña del Mar y luego trabajar en esa área en Santiago, donde una de sus prácticas profesionales lo llevó de vuelta a la Región de Los Lagos, al trabajar en Cecinas Llanquihue.

 

Ahí tomó la decisión de estudiar Carnicería y Cecinas en Alemania, una carrera técnica que dura tres años, y que extendió por otros cuatro años de trabajo en ese país.

 

'Luego, quise venir a trabajar a Llanquihue con las cecinas por un año para conocer cómo funcionaba la industria en Chile, pero partió el covid y no pude volver a Alemania… Empecé a trabajar de a poco con mi papá en el campo, vi el tremendo potencial que tenía y dos años después tomé la decisión de dedicarme a la leche, y no a la carne', comenta.

 

Hoy lleva dos años trabajando a cargo de la empresa familiar, donde lidera un equipo de cinco personas y entrega la producción a la cooperativa Colun, que fue uno de los primeros cambios que impulsó tras su llegada.

 

'La única manera exitosa de llevar una lechería a un nivel productivo interesante es mediante el cooperativismo. Por eso tomamos la decisión de postular a Colun, nos llamaron y ya les estamos entregando la leche, y ha sido un apoyo gigante, porque nos ofrece las herramientas para seguir creciendo', destaca.

 

Al venir de otra profesión, asegura que al comienzo tuvo que estudiar mucho y capacitarse en temas como la agronomía y la fisiología de las vacas, donde participar en un Grupo de Transferencia Tecnológica (GTT) de la zona fue clave, además de enfocarse en este rubro y dejar en un papel secundario otras actividades que desarrollaba su papá, como la producción de papas y de cereales.

 

'Hay una renovación en las lecherías que no es fácil, porque no todos los jóvenes están interesados en seguir, y en esta transición generacional los jóvenes tienen que tomar las riendas de las empresas y la gente que va de salida tiene que aportar con su conocimiento, ya que no competimos solo con la ganadería, sino que también con los frutales y las parcelaciones', dice Felipe Werner, ya que ha visto el cierre de varias lecherías por la baja rentabilidad.

 

También plantea que el bienestar animal es un desafío, no solo por el cuidado de los animales, sino que también por el impacto productivo que tiene ese bienestar, lo que está trabajando de la mano con los expertos de Colun.

 

'Nos han entregado pautas para cumplir con los estándares mínimos y seguir avanzando, y ayuda para darte cuenta de que si no tratas bien a los animales no tienes buenos rendimientos y deben estar sanos', explica.

 

 

Pie de Imagen.- El grupo de cinco productores jóvenes chilenos

participó en el encuentro de Fepale en Paraguay. 

 

 

Diego Gebauer: Producir sus propios lácteos

 

El veterinario Diego Gebauer es la cuarta generación de productores de leche de su familia en Puerto Octay y dice que desde niño supo que quería dedicarse a esta actividad, por lo que al poco tiempo de terminar la universidad comenzó a trabajar con su padre, hace casi cuatro años.

 

'Me gusta este trabajo y el estilo de vida que se lleva al hacerlo, no tenía un plan b', dice, y explica que dividieron las funciones dentro del campo, donde él se dedica a la lechería y tiene a cuatro personas a su cargo, y su padre –agrónomo de profesión– se enfoca en la maquinaria y las praderas.

 

Comenta que esa división ha sido clave para tener éxito en los resultados y no duplicar las instrucciones de trabajo o las labores para manejar las 350 vacas que mantienen en ordeña, cuya producción actualmente entregan a la empresa Surlat.

 

En paralelo también ha comenzado a trabajar en el sueño que tiene a largo plazo, de procesar la producción de leche del campo bajo una marca propia, White Milk, algo que hasta ahora ha desarrollado de manera informal, con ventas a través de Instagram, y que ya avanza para crecer en volumen, ventas y diferenciación de la oferta convencional.

 

'Estoy haciendo yogur, mantequilla y leche A2, que proviene de vacas que hemos ido seleccionando genéticamente para que no tengan esa mutación', explica, en relación a la leche de vacas que contiene la proteína A2, la cual está asociada a no provocar algunas disfunciones alimentarias que puede conllevar el consumo de leche, como la hinchazón.

 

Se trata de un nicho que es prácticamente desconocido en Chile, pero que a nivel mundial representaría un mercado superior a los US$ 2 mil millones, y que para Diego Gebauer podría ser una alternativa a futuro para procesar toda la leche de su campo, e incluso comprar a otros productores.

 

También tiene como desafío avanzar en eficiencia, para lo cual comenta que han realizado inversiones en tecnología y asesorías, como las mediciones del pasto que efectúan cada 15 días, para evolucionar hacia una producción de leche más precisa.

 

'Llevamos gestión, todo tiene que medirse en forma muy exacta porque es la única manera de saber dónde están los errores o las posibilidades de mejorar, y también saber que la lechería tiene un futuro con este recambio generacional, nos da más confianza para seguir invirtiendo', plantea.

 

 

 

Andrea y Gerardo Werner: Agregar eficiencia y valor

 

En el sector Salto Chico, en Puerto Montt, la familia de los hermanos Andrea y Gerardo Werner Schnettler lleva casi cien años produciendo leche a través de tres generaciones.

 

Desde hace cinco años, con un plantel de 402 vacas en ordeña y después de titularse como ingeniero agrónomo, Andrea asumió la administración de la lechería y el campo, donde reconoce que ha tenido que lidiar con la escasez de mano de obra y precios inestables.

 

'Mi papá me estaba esperando afuera del examen de grado para traerme a la lechería, porque si no, la iba a cerrar', dice.

 

Con ese desafío por delante, cuenta que aceptó principalmente por un tema de arraigo familiar, ya que no quería que se perdiera todo el esfuerzo de su padre, abuelo y bisabuelo.

 

'Hice cambios de razas y en el manejo de las praderas para aumentar la producción en litros', explica, y añade que lo más difícil ha sido formar un equipo de trabajo comprometido.

 

Para eso también cuenta con el apoyo de su hermano Gerardo, que estudia Ingeniería Civil Mecánica y, aunque no trabaja formalmente en la lechería, también está interesado en darle continuidad al negocio.

 

'Me agrada mucho la parte industrial o de procesamiento de la leche y me gustaría enfocarme en eso a futuro. Lo que me motiva es generar nuevos negocios en base al campo apegados a la innovación, mejorando la eficiencia, el rendimiento, y procesando de buena manera nuestros productos', proyecta Gerardo Werner.

 

Ya han dado pasos en ese camino a través de la producción de quesos con la marca Opa Félix, que está en proceso de formalización sanitaria, donde procesan el 30% de la leche.

 

Otra motivación es el cuidado del medio ambiente y para eso están trabajando desde hace dos años en un ensayo de praderas manejadas con biofertilizantes.

 

'Es un tema importante porque espero tener hijos y que puedan trabajar acá o que les guste el campo', dice Andrea Werner.

 

 

Pablo Asencio: Crecer con agricultura regenerativa

 

Con solo 23 años, la decisión de dejar Santiago, la carrera de mecánica automotriz y su trabajo en la cocina de un restaurante para hacerse cargo de la lechería de su abuelo en Puyehue, hace tres años, fue un cambio radical para Pablo Asencio.

 

'Es el mejor cambio que he hecho en mi vida. Estaba aburrido de estar encerrado todo el día, sin ver la luz del sol, y acá estoy al aire libre, con una buena vida', dice con entusiasmo, aunque reconoce que le costó adaptarse al frío y a pasar todos los días más de seis horas ordeñando.

 

El cambio vino porque su abuelo tuvo un problema de salud que le impidió seguir a cargo de la lechería, donde manejaba unas 20 vacas —de las cuales entrega la leche a Nestlé— y debido a las malas experiencias con las personas que contrató, la iba a cerrar.

 

'Vine para ver en qué podía ayudar, pero nunca había pensado irme al campo. Me gustaba venir porque era bonito y quería apoyar en cosas simples, pero vi que realmente me necesitaban en la lechería y me quedé', comenta.

 

Como no tenía conocimientos técnicos, ha tomado cuatro cursos con Nestlé en pastoreo, salud animal e inseminación artificial, y se ha enfocado en impulsar la agricultura regenerativa.

 

'Quiero tomar esos conceptos y aplicarlos en las praderas. Ya hacíamos varias cosas, pero tenemos que medir algunos parámetros, aumentar la biodiversidad, hacer análisis de suelos y otras prácticas que no había tomado en cuenta, pero veo que estamos cerca', afirma.

 

Entre sus planes también está pasar a ser propietario de media hectárea del terreno de su abuelo para poder ser usuario de Indap y acceder a algunos beneficios de la pequeña agricultura, con miras a implementar electricidad en el campo, lo que a su vez le permitirá instalar cercos eléctricos, bebederos móviles y alimentación por franjas para las vacas, para aprovechar más el campo.

 

'Me encantaría crecer, pero con las prácticas correctas, preocupándome de que el suelo y los animales estén sanos… Por ahora lo que me tiene más contento es que la lechería no murió y que he podido cuidar a mi abuelo, y me doy cuenta de que es una actividad que necesita mucho de la juventud, por su fuerza y las ganas de hacer cambios', asegura Pablo Asencio.

 

 

Por Paloma Díaz A.

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Fuente: El Mercurio - Revista del Campo