La industria agrícola en Chile y en el mundo enfrenta retos importantes, que trascienden la complejidad de la coyuntura y suponen decisiones de largo plazo para garantizar la sostenibilidad de un sector económico clave para países como Chile y Nueva Zelandia, como también para el mundo, porque son responsables de la seguridad alimentaria global.
Conjugar la productividad y eficiencia con una gestión ambiental de alto estándar no es una tarea fácil y, en mayor o menor medida, es un desafío que ha estado presente históricamente, pero que hoy frente al cambio climático se ha vuelto crucial. Nueva Zelandia no es la excepción y, por ello, el desarrollo de la industria tecnológica enfocada en el sector agropecuario es una de las que registra mayor dinamismo.
La innovación de Nueva Zelandia combina un profundo respeto por la tierra con tecnología avanzada para crear soluciones que responden a necesidades concretas, con resultados reales. Este enfoque, por una parte, es producto de la conexión con la tierra que marca nuestra cultura e inspira nuestro pensamiento, como también del hecho de que la tecnología neozelandesa, en su gran mayoría, ha sido desarrollada por agricultores para agricultores. Es decir, por personas que entienden el día a día del campo y buscan maneras de mejorar su producción, salud animal, eficiencia y rendimientos, procurando también una apropiada calidad de vida para quienes trabajan en el campo. De ese modo, lo mantiene atractivo como forma de vida para las nuevas generaciones. De hecho, los productores rurales son importantes agentes de innovación en el país y aplican modelos que impulsan la colaboración entre diferentes segmentos de las industrias ganaderas y agrícolas.
Intercambiar las experiencias y conocimientos que permiten dar respuestas a problemas difíciles de resolver es un camino propicio para avanzar en mejores soluciones. La relación de colaboración entre Nueva Zelandia y Chile tiene una larga trayectoria, que se expresa en la colaboración permanente y también a través de la presencia de diversas empresas neozelandesas proveedoras del agro en distintos campos de Chile.
El regreso de los eventos presenciales, como Fisur, representan un espacio privilegiado para reconectarnos, generar nuevos vínculos y espacios de colaboración. Las ponencias y conversaciones que ocurren en estos encuentros permiten escuchar y comprender en profundidad las problemáticas y prioridades. Y este es el punto de partida para una colaboración fructífera, en la que es posible tomar los aprendizajes y experiencias de pares internacionales para modular las soluciones a la realidad local. Ese es parte del compromiso de Ias empresas neozelandesas: trabajar para comprender correctamente las prácticas y entornos agrícolas diversos, para que este conocimiento permita seguir contribuyendo con soluciones que aporten valor y sostenibilidad a la industria.
Fuente. Campo Sureño