No es una sorpresa para nadie que las condiciones a las que se enfrenta la agricultura nacional son, a lo menos, complejas. Algunos economistas coinciden, por ejemplo, en que de no abordarse oportunamente el alza de los fertilizantes tales como urea y fosfato, los efectos podrían conducir a una crisis social debido a que una parte de la población podría llegar a tener dificultades para acceder a tres comidas diarias.
Si bien el alza en el tipo de cambio es bienvenida por quienes destinan su producción al mercado internacional, no es menos cierto que se deja sentir con crudeza en la estructura de costos de aquellos sistemas productivos que dependen irremediablemente de insumos importados. Del mismo modo, el alza del precio de los combustibles y suministro eléctrico, un proceso inflacionario preocupante que vive el país por estos días, la profundización del problema de escasez de mano de obra y niveles importantes de inseguridad en ciertas zonas rurales del país, vienen a confirmar lo que, al parecer, será una temporada con desafíos y amenazas importantes para el sector.
Las recientes precipitaciones están dando un respiro esperanzador a los usuarios de embalses afectados por más de 12 años de constante sequía y, junto con la cantidad de nieve acumulada, llevan a pensar que podría ser este, un año considerado “normal”. Sin embargo, lo cierto es que esta provisión está muy lejos de ser una recarga suficiente para aquellos acuíferos que abastecieron de riego varias temporadas consecutivas de déficit hídrico. Todo lo anterior conforma un escenario que no da indicios de cambios en el corto ni mediano plazo.
TECNOLOGÍA: APOYO A LAS BUENAS DECISIONES
La agricultura digital o también conocida como agricultura 4.0, ofrece un conjunto de estrategias y herramientas dirigidas básicamente a la optimización del uso de los recursos de producción para, por una parte, incidir en el aumento de los rendimientos y, por otra, producir una reducción de los costos.
La metodología consiste principalmente en levantar información relevante desde el terreno en forma precisa y oportuna. Para ello se utilizan técnicas de teledetección y sensoramiento que hoy se encuentran cada vez más al alcance de productores y asesores técnicos. Esta información genera un importante volumen de datos, el cual es procesado para obtener resultados claramente interpretables y transformarlos así en un insumo clave para la toma de decisiones.
Estos resultados conducen a segmentar o parcializar el área de acuerdo con los requerimientos específicos de las plantas. Algunos ejemplos: al determinar el vigor vegetal del cultivo (NDVI) con una cámara multiespectral montada sobre un dron, es posible cartografiarlo con un alto nivel de detalle. Esto permite, por una parte, dirigir las pesquisas conducentes a establecer las causas de diferencias significativas como las provocadas por un déficit nutricional o los efectos de alguna plaga y/o enfermedad que recién comience a manifestarse. Por otra parte, permite diferenciar la aplicación de insumos tales como fertilizantes, enmiendas o promotores de crecimiento. Actualmente, existen equipos abonadores tales como los modelos ZA-V y ZA-TS de la marca Amazone que permiten dosificar la aplicación de fertilizante en base a mapas de rendimientos de temporadas anteriores o de mapas de índices de vegetación obtenidas con dron o satélite. Las pulverizaciones con dron en muchos casos son también una interesante solución para esta tarea.
En el caso del riego, la demanda de agua por parte del cultivo está directamente vinculada al vigor de la planta y, a la vez, a la variabilidad de las características fisicohídricas del suelo, por lo que es posible delimitar espacialmente los requerimientos hídricos del cultivo para satisfacerlos diferenciadamente a través de las subunidades de riego. Lo recomendable es adaptar el diseño del sistema de riego a estas características del suelo y para ello la rastra electromagnética genera mapas precisos de humedad aprovechable que ayudan al establecimiento y delimitación de las subunidades de riego.
Los costos asociados a mantener un monitoreo de la condición de vigor del cultivo y determinar las áreas homogéneas de manejo son frecuentemente marginales si se comparan con aquellos de aplicar insumos y agua sin considerar la variabilidad de los requerimientos del cultivo. Asesores técnicos y productores deberían recurrir a esta tecnología para tomar decisiones que les permitan navegar esquivando la tormenta perfecta.
El uso de herramientas multiespectrales y remotas, además de estrategias de manejo son un importante apoyo para el agricultor de hoy. Existe la necesidad de aprender la nueva forma de hacer agricultura mediante herramientas que además de generar ahorro en los procesos productivos, son de bajo costo y además perfectamente aplicables tanto a la producción de praderas, frutales y manejo del riego.
Por Gabriel González Marín, Ingeniero Agrónomo Ms. Sc. Ph.D.(c) Consultor internacional NGA Precisión Agrícola.
Fuente: http://www.camposureno.cl/