Un grupo de científicos propone que el consumo de alimentos fermentados, como el kimchi, el chucrut, el vino o el yogur antiguos, puede haber desencadenado un salto sorprendente en la tasa de crecimiento del cerebro de nuestros antepasados. El tamaño del cerebro humano se ha triplicado en los últimos dos millones de años de evolución, mientras que el colon humano se ha reducido aproximadamente en un 74 por ciento: esto sugiere una menor necesidad de descomponer internamente los alimentos de origen vegetal. Los investigadores creen que estas dos tendencias están relacionadas, y su punto de contacto sería la fermentación de los alimentos.
De acuerdo un estudio de perspectiva liderado por la neurocientífica evolutiva Katherine Bryant, de la Universidad de Aix-Marsella, en Francia, que trabajó junto a dos colegas de Estados Unidos, la práctica de fermentar alimentos y el consecuente cambio en la dieta de los humanos antiguos podría haber sido una de las causas principales del crecimiento de nuestro cerebro, que se desarrolló en mayor medida y más rápidamente que otros órganos.
En un artículo científico publicado recientemente en la revista Communications Biology, Bryant y sus colaboradores explican que el tejido cerebral implica un gran “gasto” metabólico. En consecuencia, la evolución del cerebro humano hacia tamaños más grandes debe haber ocurrido necesariamente a través de cambios en paralelo en el consumo y la ingesta de energía.
Los mecanismos para lograrlo incluyen variaciones en la dieta, como así también en la preparación de los alimentos. Sin embargo, es importante destacar que cualquier nueva fuente de alimento debe haber sido explotable por homínidos con cerebros de un tercio del tamaño de los humanos modernos, según indican los especialistas. A partir de estos datos, sugieren que el desencadenante metabólico inicial de la expansión del cerebro de los homínidos fue el consumo de alimentos fermentados externamente.
Más cerebro y menos colon
Se refieren a fermentación externa para diferenciarla de aquella que se realiza internamente en el intestino. La fermentación externa es la que permite preparar y conservar alimentos como el yogurt, el vino o el kimchi: la introducción de microorganismos modifica el carácter inicial del alimento, cambiando sus condiciones y además favoreciendo su preservación en el tiempo.
Según los científicos, la fermentación externa habría aumentado la biodisponibilidad de macro y micronutrientes, al tiempo que habría reducido el gasto de energía digestiva. Este cambio estaría respaldado por la reducción relativa del colon humano. Como indica un artículo publicado en Science Alert, mientras el cerebro humano triplicó su tamaño en los últimos dos millones de años, el colon se redujo en un 74 por ciento.
La variación en la dieta, al abandonar la exclusividad de los alimentos crudos y sumar los fermentados, habría generado ambos cambios en el tamaño de los órganos. Sin embargo, los científicos aclararon que no habría sido necesaria una práctica cultural organizada en torno a la nueva forma de preparar alimentos: todo podría haber comenzado con una observación individual y fortuita sobre las propiedades de la fermentación, para luego convertirse en una práctica metódica como lo es hoy.
Fuente: https://www.levante-emv.com/tendencias21/2023/12/04/alimentos-fermentados-habrian-propiciado-crecimiento-95458895.html