Desarrollado en forma participativa con los productores, asesores y la industria del sector lácteo, el Consorcio Lechero lideró la creación de un estándar que permite certificar la sustentabilidad de los predios, donde ya hay 57 acreditados a nivel nacional.
Con unas 160 vacas en ordeña en el campo familiar ubicado a pocos kilómetros de La Unión, en la Región de Los Ríos, Daniela Robert lidera la tercera generación de productores de leche iniciada por su abuelo, Luis Robert, uno de los fundadores de Colun, y desde que comenzó en la lechería recuerda que le interesó avanzar en el bienestar animal y el cuidado del medio ambiente.
'Yo fui la cargante que quiso partir con esto', dice.
Hace varios años realizó todos los pasos para certificar al predio bajo el Programa de Planteles Animales Bajo Certificación Oficial (PABCO), del Servicio Agrícola y Ganadero, que entre otras cosas permite demostrar la trazabilidad de los animales, y luego para ser parte de los proveedores de Colun certificados en bienestar animal con el sello Certified Humane —que en el sector llaman 'vacas felices'—, lo que le despertó un interés por seguir mejorando.
De hecho, el Fundo San Carlos es hoy uno de los primeros 57 predios lecheros a nivel nacional que obtuvieron la certificación en sustentabilidad por parte del programa Chile Origen Consciente, que llevan adelante el Ministerio de Agricultura y la Agencia de Sustentabilidad para el Cambio Climático, donde participan unas 300 lecherías.
'No es tan difícil hacerlo si ya eres PABCO y llevas la trazabilidad de los animales, que es un aspecto importante, y creo que para muchos agricultores es una manera de ordenarse, porque la información en los campos está… Mi campo es normal, no tengo equipos automatizados, sino que esto se trata principalmente de darles buenas condiciones de vida a los animales', explica Daniela Robert.
La certificación apunta a reconocer a las unidades productivas que cumplen con los pasos que contempla el Estándar de Sustentabilidad para Predios Lecheros, elaborado en forma participativa por el Consorcio Lechero a través de un proceso que tomó tres años, y que considera aspectos como el bienestar animal, uso de energía y agua, calidad e inocuidad, gestión económica y trabajo con las comunidades locales, entre otros.
'Hicimos participar a los productores para que fuera una certificación aplicable y cercana a sus posibilidades, que a su vez les permitiera avanzar para ser más sostenibles, y también convocamos a diferentes servicios públicos, universidades y alrededor de 50 expertos en cada una de las áreas que se incluyen, y una vez terminado lo volvimos a compartir con los productores, con la idea de hacer una herramienta práctica', explica Natalie Jones, coordinadora de sustentabilidad del Consorcio Lechero.
En ese sentido, plantea que el objetivo central de la creación de un estándar para el sector fue reconocer lo que han hecho bien los productores y trazar un camino que les permita saber qué hacer para ser más sustentables, junto con demostrar a los consumidores que el sector está ocupado de estas temáticas.
'Lo más importante es poder demostrar a las comunidades y los consumidores a través de una forma objetiva, porque no somos nosotros quienes auditamos la certificación, que estamos trabajando comprometidos para avanzar en la sustentabilidad', recalca.
Origen consciente
La creación de un estándar para los productores lecheros es parte de un programa mayor, Chile Origen Consciente, desarrollado por el Ministerio de Agricultura y la Agencia de Sustentabilidad para el Cambio Climático, que por ahora también incluye un trabajo similar en la industria productora de carne de cerdo y ave, y en forma más incipiente en la industria de las ciruelas deshidratadas, que está en el proceso de elaboración de su propio estándar.
'En línea con los compromisos de sustentabilidad del Ministerio de Agricultura, desde Odepa se ha reconocido la importancia de enfrentar estos desafíos y, mediante la incorporación de la corresponsabilidad en acuerdos público-privados, se ha coordinado a diversos actores involucrados en el sistema alimentario para avanzar en la producción sustentable', explica Andrea García, directora de Odepa.
En ese sentido, detalla que los lineamientos generales de los estándares integran acciones enfocadas en la calidad e inocuidad, la relación con las comunidades locales, las condiciones de trabajo, el bienestar animal y el uso de los recursos hídricos y de suelo, además del manejo de los residuos y la gestión económica.
'La implementación de dichos estándares revela el compromiso sectorial con los desafíos que supone el desarrollo sostenible', destaca, y detalla que al finalizar el segundo semestre de este año espera que un total de cien predios lecheros estén certificados, de los cuales, 57 ya están en esa condición desde diciembre del año pasado.Desde el Consorcio Lechero, Natalie Jones agrega que el propósito del programa Chile Origen Consciente es posicionar a Chile como un productor de alimentos sostenibles y que se cuente con las credenciales para afirmarlo.
'Ojalá que todos los rubros se puedan sumar y así poder pasar a ser no solo una potencia agroexportadora, sino que tener este plus de ser sostenibles', plantea.
En el caso de las lecherías, el proceso contempla cinco pasos (ver infografía), que comienzan con una autoevaluación voluntaria, en la que los productores obtienen un puntaje base que les permite tener un diagnóstico sobre cómo están en relación con el estándar y, según esa puntuación, pueden llegar a acreditarse por uno, dos o tres años.
'Tenemos 200 predios inscritos para poder auditarse, de los cuales la mitad ya fueron auditados y, de ellos, 57 obtuvieron su certificación y otros 40 están en la etapa de validación por parte de los servicios públicos', detalla Natalie Jones y añade que a fines de julio deberían llegar a un total de cien certificados, en una iniciativa que tiene un gran potencial de crecimiento si se compara con los más de 2.200 productores del sector que existen en el país.
Respaldo objetivo
Rebeca Alliende lleva dos años trabajando con su padre en Agrícola Santa Ana, la lechería familiar que inició su abuelo en Casablanca, en la Región de Valparaíso, y que hoy es una de las pocas que continúan en esa zona.
Si bien reconoce que han enfrentado cambios importantes debido a los efectos de la sequía, como la decisión de haber definido un modelo estabulado, con una sala de ordeña rotativa —que permite ordeñar hasta 60 vacas a la vez— y arrendando campos en el sur para producir el forraje de los animales, asegura que han alcanzado un nivel de equilibrio para manejar las cerca de 1.600 vacas con las que trabajan y que se combinan con la producción ganadera y de uva vinífera.
'La falta de agua es y será la piedra de tope para definir hasta qué momento vamos a poder subsistir, pero lo que queremos como familia es que la lechería siga con las futuras generaciones y para eso estamos apuntando todo a la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente, porque es lo primordial', asevera.
Por eso, poco antes de que el Consorcio Lechero diera a conocer la posibilidad de certificarse con el estándar, ya habían tenido una asesoría ambiental que les permitió avanzar en el orden de ciertos registros y facilitar el proceso de esta certificación en sustentabilidad, que obtuvieron en diciembre.
'Ya había muchas cosas que hacíamos porque somos PABCO, pero había otras cosas que no teníamos registradas y otras que mejorar, donde lo que más nos ha costado es hacer un cambio cultural entre los trabajadores para hacer esa labor extra que significa registrar todo lo que se hace', dice Rebeca Alliende.
En el área del bienestar animal, pese a ser un sistema confinado, detalla que es uno de los temas en los que estaban al día, asegurando los metros cuadrados de espacio por animal, los protocolos veterinarios y las condiciones ideales para las vacas.
'Las personas están muy escépticas respecto de la producción animal y esto, de alguna manera, nos ampara para poder asegurar que estamos haciendo las cosas bien, es un respaldo objetivo, y al hacer ciertas capacitaciones con la gente, también han sentido que nos preocupamos de ellos, lo que redunda en un mejor ambiente laboral', comenta como algunos de los beneficios que han percibido con la certificación.
Sin embargo, al igual que otros productores, cree que a mediano plazo contar con el estándar debería ser bonificado por parte de las industrias, como una manera de incentivar que los productores inviertan en tomar acciones en pos de la sustentabilidad.
Por PALOMA DÍAZ ABÁSOLO-
Fuente: El Mercurio - Revista del Campo