Esto se enmarca dentro del proyecto Ganadería y Clima que adelanta el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, que después de 12 meses culminó el proceso de caracterización y diagnóstico de los 62 establecimientos participantes, en 4 zonas del país, relevando datos económicos, productivos, sociales y ambientales.
Uno de los objetivos del proyecto es implementar prácticas de Ganadería Climáticamente Inteligente (GCI) que apuntan a mejorar la producción, los ingresos de las familias productoras y al mismo tiempo disminuir la intensidad de las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentar la resiliencia frente a eventos climáticos extremos y restaurar los servicios ecosistémicos del campo natural. En este sentido se desarrolló la primera etapa del proceso de coinnovación que consiste en generar una caracterización y un diagnóstico de cada uno de los establecimientos participantes. (Lea: Uruguay le apuesta a la ganadería más verde)
Durante esta etapa se buscó generar confianza entre los productores y los extensionistas, entender cómo es la estructura y funcionamiento de cada establecimiento y explicar los resultados obtenidos, a través de visitas mensuales e intercambio de los extensionistas con el resto del equipo técnico. También se procuró entender las finalidades de los productores y sus estrategias, para luego traducirlos en objetivos y metas concretas, que permitirán aprovechar las oportunidades de mejora identificadas.
En este proceso se cuantificaron indicadores en las tres dimensiones de sostenibilidad (económica, ambiental y social). Estos diagnósticos son la base de la propuesta de rediseño que se está discutiendo ahora con cada familia participante, para realizar un plan de trabajo y comenzar a implementarlo en los próximos meses.
En este documento se presenta un análisis general de la línea de base, aquí presentamos algunas conclusiones fundamentales:
Los 62 predios participantes del proyecto reflejan similitudes importantes en tamaño, estructura y funcionamiento con los predios ganaderos, sobre campo natural, de la Encuesta Ganadera 2016.
El nivel de participación de las mujeres en la gestión de los establecimientos participantes, es una de las características que distingue al proyecto Ganadería y Clima de la situación general de la ganadería nacional, ya que fue un criterio específico de selección de los predios. El 29 % son liderados por mujeres, y el 64 % tienen participación relevante de mujeres en la toma de decisiones y actividades productivas. (Lea: Uruguay presentó proyecto que contribuye a la productividad y la sostenibilidad)
Los predios con liderazgo o participación importante de mujeres en la toma de decisiones y en actividades productivas muestran mejores resultados productivos y económicos que los predios liderados por hombres y sin participación de mujeres, pero estas diferencias no fueron estadísticamente significativas.
En cuanto al nivel educativo, con 35 % de los titulares con formación terciaria (universitaria o no, completa e incompleta), el nivel educativo en los predios participantes es algo superior a la situación general de la ganadería nacional. Sin embargo, los resultados productivos y económicos observados mostraron una relación inversa con el nivel educativo, aunque esta relación no fue estadísticamente significativa.
La mano de obra familiar es la principal en la mayoría de los establecimientos. La disponibilidad de mano de obra total por semana y por unidad de superficie ganadera desciende desde 0.7 hasta 0.15 horas / semana ha, cuando el tamaño de los predios crece desde 70 a 375 ha de superficie ganadera (SPG). En predios mayores a 375 ha de SPG se mantiene relativamente similar en el entorno de 0.15 horas / semana ha.
La mayoría de los establecimientos son predios criadores, donde a excepción del Norte, el ovino tiene escaso peso, con niveles de producción e ingreso neto familiar medios a bajos, y costos totales medios a altos, si se comparan con los resultados alcanzables en predios que aplican la propuesta de intensificación ecológica de Facultad de Agronomía.
Las brechas entre el resultado obtenido por la mayoría de los establecimientos y la “línea de frontera” para los indicadores productivos y económicos evaluados demuestran que los resultados son muy mejorables. Si la comparación se hace con los cuatro predios “Faro” que aplican la propuesta de intensificación ecológica las brechas son mayores aún. (Lea: Los CREA llevaron a Uruguay al éxito ganadero)
El Índice de Cría Vacuno demostró ser un indicador robusto del nivel de aplicación de tecnologías de manejo y control del sistema en la cría vacuna. Su fuerte relación con los resultados productivos y económicos de los predios demuestra que una de las causas centrales de las brechas observadas es la falta de conocimiento y/o dominio de esas tecnologías (que son predominantemente tecnologías de proceso y de bajo costo).
Esto representa una oportunidad de impacto para la coinnovación, entendida como proceso de aprendizaje sistémico.
La producción de carne equivalente y los costos totales explicaron la mayor parte de la variación en ingreso neto familiar. La producción de carne vacuna fue la de más peso en explicar la producción de carne equivalente. Los kilos de ternero destetado por vaca entorada y la carga vacuna explicaron la mayor parte de la variabilidad en producción de carne vacuna. El índice de cría vacuna se correlacionó en forma significativa y positiva con los indicadores de productividad y eficiencia de la cría.
El porcentaje de área mejorada mostró correlación significativa y positiva con la producción de carne, pero no con el ingreso neto familiar, ya que también se correlacionó positivamente con los costos totales. Por lo tanto, en muchos predios el área mejorada no resulta en incrementos de la producción que compensen el aumento de los costos que generan.
Debe tenerse en cuenta también la mayor inestabilidad en la producción de forraje y la respuesta a condiciones extremas.
Se observaron diferencias estadísticamente significativas en varios indicadores de estructura, productivos, económicos y ambientales, pero la variabilidad entre predios dentro de las zonas es superior a la variabilidad entre zonas. (Lea: Uruguay quiere diferenciar su carne con buenas prácticas ganaderas)
El sobrepastoreo es el principal problema ambiental detectado por los técnicos extensionistas, seguido por las malezas de campo natural, la erosión y las invasiones de plantas exóticas, mientras que la calidad de agua fue considerada buena en la mayoría de los predios, aunque algunos técnicos manifestaron no estar capacitados para evaluarla.
La mayoría de los predios clasificados como del grupo 1, de altos ingresos netos familiares, presentaron también un buen desempeño ambiental.
No se observó un compromiso entre el ingreso neto familiar y el desempeño ambiental de los predios, sino más bien una sinergia.
Descontando el valor ficto (valor de base) de la mano de obra familiar, el margen neto promedio es de 11 USD por ha, y muchos predios tienen margen neto negativo. Esto significa que en muchos predios el retorno del trabajo familiar es igual o inferior al costo de oportunidad de la mano de obra.
El proceso de coinnovación en el proyecto debe definir estrategias adecuadas a cada predio para mejorar el manejo espacio-temporal del pastoreo regulando su intensidad de acuerdo a la época del año para maximizar las tasas de crecimiento del pasto y a la vez asignar forraje a las diferentes categorías de acuerdo a su condición corporal y las demandas de energía según la etapa del ciclo, definiendo prioridades adecuadamente, mientras se aprovechan las sinergias con el desempeño ambiental.
Así mismo, aumentar la aplicación de las técnicas de manejo de la cría que conduzcan a un aumento de la eficiencia reproductiva y del peso de los terneros/as al destete.
Fuente: https://www.contextoganadero.com/