Se espera que el año 2021 venga con una recuperación económica sólida de la mano, que a su vez vendrá acompañada de una mayor inflación. Uno de los factores que está impulsando los precios, sobre todo en los mercados emergentes, es el auge de los precios de los alimentos sin procesar, una tendencia que ya suma diez meses (subidas mensuales de precios de los alimentos) y que está provocada por varios factores: mayor demanda de los hogares de determinados productos, cuellos de botella, restricciones en la oferta y la demanda insaciable de China.
Con este cóctel de factores, los precios mundiales de los productos alimenticios subieron en marzo, lo que representa el décimo aumento mensual consecutivo, siendo en ese mes las cotizaciones de los aceites vegetales y los productos lácteos las que lideraron la subida, según ha comunicado este jueves la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En el caso particular de España y atendiendo a los datos desagregados del IPC, se puede ver cómo el precio de los alimentos ha subido con mucha más intensidad que el el IPC en general desde que dio comienzo la pandemia. Es más, durante varios meses el IPC general mostró tasas de variación negativas (deflación), mientras que los precios de los alimentos subían con fuerza, llegando a incrementarse un 4%.
El índice de precios de los alimentos de la FAO, que hace un seguimiento mensual de los precios internacionales de los productos alimenticios más comercializados, registró un promedio de 118,5 puntos en marzo, es decir, un 2,1% más que en febrero, con lo que alcanzó su nivel más elevado desde junio de 2014.
Las tendencias variaron según el tipo de producto. El aumento de marzo fue impulsado por el índice de precios de los aceites vegetales de la FAO, que subió un 8,0% desde el mes anterior y alcanzó prácticamente el nivel más elevado de los últimos 10 años, con una acusada subida de los precios del aceite de soja debida en parte a las perspectivas de una firme demanda del sector del biodiésel.
El índice de precios de los productos lácteos de la FAO aumentó un 3,9% desde febrero, a consecuencia del alza de los precios de la mantequilla causada por una cierta escasez de suministros en Europa ligada al aumento de la demanda en previsión de una recuperación del sector de los servicios alimentarios. No obstante, desde la FAO también apuntan a que "se debe al lento inicio de la campaña de producción de leche".
Los precios de la leche en polvo también subieron, apoyados por un aumento repentino de las importaciones en Asia, en particular en China, debido a la disminución de la producción en Oceanía y a la escasa disponibilidad de contenedores para el transporte en América del Norte y Europa.
Aunque resulte anecdótico, otro ejemplo de los problemas en las cadenas de suministro se ejemplifica en la escasez de kétchup Heinz que sufre EEUU. Son muchos restaurantes estadounidenses que se enfrentan ahora a la escasez de esta salsa de tomate en todo el país. Los restaurantes están tratando de asegurar el alimento inseparable para los americanos comprando marcas genéricas, vertiendo kétchup a granel en vasos individuales y acudiendo a los pasillos de Costco en busca de sustitutos.
Estas subidas se producen por varios factores, entre los que destaca "la escasez de contenedores como resultado de los diferentes periodos de confinamiento por el covid-19 y de una recuperación más temprana de la actividad productiva en Asia", comentan desde la aseguradora Allianz.
El índice de precios de la carne de la FAO también subió, un 2,3% desde febrero, a raíz de las importaciones de China y un aumento repentino de las ventas internas en Europa previo a la celebración de las festividades de Semana Santa, que sostuvieron las cotizaciones de las carnes de ave de corral y de porcino. Los precios de la carne de bovino se mantuvieron estables, mientras que los de la carne de ovino disminuyeron debido a que el tiempo seco en Nueva Zelandia hizo que los productores se deshicieran de los animales.
Fuente: https://www.eleconomista.es/