En este artículo el investigador de INIA Remehue, Cristian Moscoso, entrega recomendaciones técnicas para ayudar a mantener una pradera permanente productiva y persistente en el tiempo.
En la estación de primavera, las praderas permanentes de la principal zona lechera de Chile, comprendida entre las regiones de Los Ríos y Los Lagos, producen más del 50% de todo el forraje del año.
A inicios de primavera, la pradera cuenta con un bajo contenido de fibra y materia seca, los cuales comienzan a aumentar a media que avanza la estación. Esto se debe al progresivo cambio que sufre la pradera, cuando algunos macollos de las gramíneas comienzan a pasar de una etapa vegetativa a una reproductiva. En esta última, las inflorescencias (espigas o panojas) se van haciendo visibles y el macollo se va lignificando. Esta proceso es inevitable e irreversible al cumplirse ciertos requisitos de acumulación de frío y/o de largo de día. Los macollos que pasaron a un estado reproductivo ya no podrán recuperar la capacidad de producir hojas, muriendo luego de este proceso.
Al pasar a esta etapa reproductiva (producción de semillas), que se acompaña de una disminución de la calidad, habrá un efecto negativo sobre la producción animal si la pradera no es manejada en forma correcta. En términos generales, aquellas praderas que se encuentran en un estado avanzado de emisión de espiga (con disponibilidades mayores a 2.800 kg MS/ha), deberían ser destinadas a conservación (silo o heno). En tanto las praderas que están en un estado menos avanzado, donde los macollos de las gramíneas recién comienzan su estado reproductivo, deberán ser utilizadas vía pastoreo, consumiéndose anticipadamente, y evitando un deterioro en la calidad nutritiva de las mismas. De atrasarse en esos pastoreos, la proporción de utilización de la pradera disminuirá, evidenciándose en el forraje lignificado que no fue consumido.
A pesar de esta realidad compleja en la transición de la primavera al verano, existen criterios de pastoreo que pueden ayudar a la correcta toma de decisiones. Vacas en producción, deben contar con una disponibilidad de praderas entre 2.200-2.600 Kg MS/ha, la cual irá cambiando a 2.000-2.400 kg MS/ha, a medida que ocurre la transición de primavera a verano. Por otro lado, también se deberá mantener el criterio de pastoreo con 2 a 3 hojas por macollo (en el caso de praderas dominadas por ballicas perennes) y una oferta de 25 Kg MS/vaca/día. En el caso de los residuos post-pastoreo, debiera existir un cambio de 1.400-1.600 kg MS/ha a 1.600-1.800 kg MS/ha, o entre 4 y 6 cm de altura de residuo para ambos casos. Se debe extremar el cuidado de no realizar un sobrepastoreo, en especial si no se cuenta con las condiciones hídricas ideales.
Un rango óptimo de ciclos de pastoreo es entre 15 a 35 días, que dependerá de las condiciones particulares de cada predio, y que se puede seguir alargado en función de las condiciones climáticas del verano. Bajo esta realidad, es recomendable residuos post-pastoreo más altos (6-8 cm), y en caso de ser necesario, utilizar animales no productivos para la obtención de un residuo parejo, que permitirá un futuro rebrote homogéneo.
La correcta utilización de los criterios de pastoreo ayudará a mantener una pradera productiva y persistente en el tiempo, permitiendo reducir el costo del principal alimento del ganado lechero en el sur de Chile, la pradera.
Autor: Cristian J. Moscoso, investigador de INIA Remehue.
Fuente: https://www.diariolechero.cl/