Ideas claras y firmes han orientado el trabajo de Alejandro Rudloff Ide, administrador del predio que conforman los fundos Limay y Coihueco, La Botija, en la comuna de Puerto Octay, y mediante las cuales han ido alcanzando logros convertidos en pequeños pasos que, hoy por hoy, les están permitiendo avanzar fuerte.
Ingeniero agrónomo de la Universidad Austral de Chile y diplomado en Producción Animal, desde niño ha estado ligado al campo y creció entre animales y tractores, rodeado de naturaleza. Así, se fue forjando un fuerte lazo con la tierra, que se fortaleció mientras acompañaba en el trabajo a su abuelo materno, Adolfo Ide Richter, productor lechero con más de 60 años de trayectoria.
Y es precisamente el fundo del reconocido ex presidente de la Federación de Asociaciones Gremiales de Agricultores de Osorno (Fedagro), el que administra Alejandro Rudloff quien, por lo visto, también heredó de su abuelo el cariño por la labor gremial.
Prueba de ello es que a sus 29 años, el pasado 30 de septiembre se convirtió en uno de los directores más jóvenes que ha tenido la Asociación Gremial de Productores de Leche de Osorno (Aproleche Osorno).
Reconoce que el ámbito gremial siempre le ha llamado la atención, pues para él es una forma de jugársela por el resto, de apoyar al prójimo representándolo. Adelanta que su intención, como nuevo director de Aproleche, es poder responder a la confianza que tuvieron en él y cumplir con las expectativas de quienes lo eligieron.
Y lo asume como un gran desafío. “Puede ser que en algunos casos me miren en menos por ser más joven, pero creo que es importante escuchar lo que tienen para decir las nuevas generaciones, siempre y cuando sean constructivas las críticas que hagan. Si vamos a destruir, no se justifica. La idea es estar aquí para apoyarnos mutuamente, para crecer, para conseguir acuerdos y que el rubro se destaque”, sostiene este joven de fuertes convicciones.
LA RAÍZ
Alejandro Rudloff relata que a lo largo de los años se fue desarrollando su fuerte nexo con el agro, actividad familiar que se ha mantenido en el tiempo, tanto por el lado materno como paterno, pues su papá tiene campo y su otro abuelo también fue productor lechero.
“Desde niño, siempre he estado metido en el campo, siempre con animales, siempre con tractores y máquinas, acompañando a mi abuelo Adolfo en la pega. Por ambos lados de la familia, siempre ha habido una relación muy cercana con lo que es la vida agrícola. Y, así, se ha formado un cariño bastante grande a la tierra”, recuerda.
Y tanto así que, cuando estaba en los últimos años de su carrera de agronomía, ayudaba en el campo los fines de semana y días libres. Luego, cuando terminó, su abuelo le preguntó si lo iba a ayudar en el campo definitivamente. “Le dije que estaba disponible para ayudarlo y feliz me vine a trabajar con él”, rememora, sobre la decisión que adoptó hace ya tres años, los mismos que ha administrado los fundos Limay y Coihueco, La Botija, en la comuna de Puerto Octay.
Aclara que es su abuelo Adolfo Ide quien sigue a cargo del campo, pero es Alejandro quien lo administra. “Él es el que toma las decisiones grandes y yo soy el que propone y, de ahí, vamos sacando ideas en común y vamos avanzando en base a lo que discutamos entre los dos”, explica y reconoce que “cada vez me da más rienda suelta y, de a poquito, hemos ido mejorando resultados, creo yo”, dice con humildad.
Añade que lo primero que hizo al asumir como administrador fue “observar y aprender de la gente que tenía la experiencia práctica porque uno, por mucho que venga saliendo de la universidad puede decir que sabe lo que le han enseñado, pero son conocimientos teóricos. La práctica uno la va aprendiendo con el tiempo, con las manos en la tierra” dice convencido.
En ese contexto, partió viendo cómo funcionaban las cosas y las falencias que podía identificar, para tratar de solucionarlas.
Así, se dio cuenta que había muchas vacas con mastitis, porque la rutina de ordeña no se llevaba a cabo como correspondía, problema que ha ido disminuyendo bastante y en ese sentido han ido mejorando en este campo, que tiene dos lecherías: una que en este momento tiene más o menos 240 vacas en ordeña, porque una buena parte están en período seco y pre-parto, mientras que la otra tiene actualmente cerca de 160 vacas.
Y junto con acotar que gran parte del rebaño que estaba con problemas ya se encuentra fuera del campo, señala que están con 400 vacas bastante saneadas en ordeña y calcula que esta temporada van a llegar a 430 a 450.
Además, detectó otro ámbito en el cual había falencias: la mantención en infraestructura de galpones, cercos, bodegas, a lo que han puesto mucho énfasis desde que llegó. Y, por ejemplo, cambiaron un equipo de ordeña que estaba bastante obsoleto. “Hemos ido actualizándonos para empezar a funcionar como corresponde”, resume.
INNOVACIÓN
En cuanto al sistema productivo del fundo, Alejandro informa que está enfocado al pastoreo, principalmente. Y agrega que, por segundo año consecutivo, están sembrando maíz bajo plástico para que “funcione mejor, tenga más acumulación de tiempo térmico y se acorten los períodos de siembra”.
Precisa que este año están sembrando atrasado bajo plástico y podrían estar cosechando a fines de marzo. Ejemplificó que el 2019 empezaron a sembrar el 3 de octubre y cosecharon el 27 de marzo, un mes menos de lo que debiera haber tardado. “En comparación con otros campos, fue un período bastante corto para las semillas que estábamos usando y tuvimos muy buenos resultados”, evalúa.
Entusiasmado, relata que empezaron con 20 hectáreas de este cultivo bajo plástico, ahora están con 40 y su intención es crecer al doble, destacando que “es la innovación más importante que hemos logrado hacer entre el año pasado y este 2020”.
Además, acota que en el buen resultado obtenido en este tipo de siembra influyó la externalización de funcionamiento de trabajo, pues explica que tienen maquinarias propias que son antiguas y algunas están maltratadas, otras con falta de mantención. Y, en consecuencia, cada vez que se ponen a trabajar fuerte tienen panas, que siempre les generan atrasos.
“Esos son temas que creo que, si uno se especializa en el sistema productivo lechero, tiene que darse cuenta que no siempre es capaz de hacer todas las cosas al mismo tiempo, y hay que empezar a pensar en contratar prestación de servicios”, sostiene este ingeniero agrónomo, quien relata que ya han incursionado en ese ámbito para la siembra de maíz bajo plástico, aunque apunta que la siembra de ballica y praderas las hacen ellos.
Y reconoce que es un trabajo muy arduo, en el que tienen que estar los 365 días del año entre preparar las máquinas, trabajando y, por otro lado, también preocupados de la lechería, así que es poco el tiempo que hay.
Por ello, entre sus planes evalúa la posibilidad de seguir externalizando servicios, por ejemplo para la preparación de suelos, pues ve que con la cantidad que están buscando cultivar no pueden hacerlo por cuenta propia. “Nos están quedando chicas y la inversión en maquinarias sería muy grande en comparación a contratar servicios, para poder emparejar primero el funcionamiento. Creo que habría que hacerlo de forma equilibrada”, afirma.
En cuanto al manejo de praderas indica que, desde que asumió la administración del fundo, otro de los temas en los cuales se ha enfocado es en aumentar la superficie de siembra, ya que se dio cuenta que había mucha falta de alimentos.
Así, empezaron a sembrar, mejorar praderas y fertilizar, labores en las que han puesto mucho énfasis y, para ello, tienen contratado el sistema de medición de praderas de Cooprinsem el que, más que para ir funcionando en el día a día, usa como un antecedente de cómo son los promedios de crecimiento, en qué épocas del año.
“Con eso uno puede ir pensando en qué momento empiezo a rezagar para almacenar forraje, o cuándo hay que alargar un poco los ciclos, los períodos de tiempo sin entrar a las pampas; es para tener una guía”, comenta.
Asimismo, señala que desde principios de este año está “enfocando la genética de las vacas en una genética Holstein de alta producción y estamos comprando para las vaquillas semen sexado, para poder obtener mayor cantidad de hembras y así aumentar un poco el plantel”.
METAS
En este contexto, señala que entre los dos campos están trabajando cerca de 400 a 420 vacas en leche y su intención es llevarlo al doble. “Es una meta súper ambiciosa, pero creo que si las cosas se van dando como espero, podemos lograrlo de aquí a cuatro a cinco años más”, expresa Rudloff.
Al respecto, estima que quizás no alcancen a duplicar la cantidad de vacas en ese plazo, pero espera estar cerca de eso, mientras que en ese entonces la producción lechera tendría que ser más del doble, porque están cambiando la genética.
“Entonces, en dos años más deberíamos estar empezando a ver los aumentos de producción en vaquillas y, de aquí a tres a cuatro años más, tendríamos que estar con un aumento de producción fuerte, en base a genética”, proyecta el profesional del área.
En cuanto a los principales avances y logros que han obtenido en estos tres años, no duda en mencionar el mejoramiento de praderas que han ido realizando, como también la incorporación del sistema de siembra de maíz bajo plástico, cultivo que antes no se usaba en ese campo pero que han introducido en estos últimos dos años, con buenos resultados.
RUBRO
Alejandro Rudloff expresa que desde afuera la producción lechera se ve como algo muy bonito y muy relajado, pero precisa que al vivirlo desde adentro uno se da cuenta que es un trabajo muy arduo, pero en el cual uno tiene la posibilidad de desempeñar su labor en un entorno verde y estar siempre rodeado de naturaleza.
Y, si bien le resultaría complejo decir qué es lo que más le gusta de su labor, sin dudar destaca la posibilidad de trabajar en la naturaleza, de relacionarse con harta gente, ver los frutos que se están produciendo en el campo, y todo en una oficina que es sumamente grande y verde, con bellos paisajes.
“Es sacrificado, porque todos los días hay muchas cosas que hacer, pero es un trabajo muy bello y gratificante, que es para la gente que le gusta la vida al aire libre”, sostiene.
Sobre el futuro de esta actividad, opina que “es muy prometedor. Lo veo con ansias, porque estamos en este momento con ganas de crecer, con ganas de funcionar cada vez mejor y creo que hay muchas posibilidades. Si se logra mantener una cierta estabilidad a nivel nacional, creo que seríamos capaces de crecer muy fuerte”, proyecta este productor.
PRIORIDADES
Alejandro destaca que, mucho más allá del trabajo, su logro más importante es tener una buena relación con su abuelo y producir en conjunto con él, quien es de dos generaciones anteriores.
“Él tiene 87 y yo 29, y eso no siempre es fácil, porque los quiebres generacionales que uno puede apreciar en otros lugares son muy grandes, en cambio aquí logramos producir de buena forma y hacer una sinergia bastante positiva”, comenta con orgullo.
Y relata cuánto valora tener la posibilidad de aprender de las experiencias de su abuelo, quien le cuenta las cosas que le ha tocado vivir y por las cuales él podría pasar, momentos y conversaciones que este nieto atesora.
También señala que su sueño es lograr seguir siendo feliz en el campo, teniendo el equilibrio entre el fundo y la ciudad, funcionando bien con su gente y que todos los que trabajan con él se sientan gratos en su trabajo y realizados en la labor que desarrollan. Además,
Junto con señalar que siempre han tenido la política de poder darle trabajo a la mayor cantidad de gente posible, porque es una forma de ayudar al entorno, destaca la importancia que le asigna a que los trabajadores del fundo se capaciten, para que vayan entendiendo mejor el funcionamiento de los animales y del campo.
“Uno puede decir que tiene tantas vacas, tantas hectáreas, tantos tractores pero al final, si uno no puede trabajar bien con los colaboradores, no llega a nada. Aquí el motor principal de funcionamiento son los trabajadores y lo digo bien de corazón. Yo, como administrador, soy un eslabón más de la cadena solamente. Aquí, yo dependo de mi gente, así como mi gente también el administrador de los fundos Limay y Coihueco, La Botija.
“Para mí es muy importante que mi gente esté también cómoda haciendo lo que hacen. Que no sea solamente porque quizás no tuvieron la oportunidad de estudiar, sino que trabajando acá puedan capacitarse, aprender de lo que están haciendo y la importancia que tiene porque, al final, estamos llevando la comida a la mesa de la gente. Es un trabajo que muchas veces se mira en menos, pero es súper importante”, enfatiza con una visión clara.
Y es en ese marco que siempre les dice a sus colaboradores que todos quienes trabajan en el campo son una familia. “Nos guste o no nos guste, nos vemos las caras todos los días, tenemos que trabajar en conjunto, apoyarnos y, si alguno tiene una duda, llega otro a ayudarlo. La idea es estar ahí siempre para el prójimo, siempre apoyarse mutuamente”, sentencia Alejandro Rudloff Ide.
Fuente: https://www.diariolechero.cl/